viernes, 13 de noviembre de 2015

Medalla Belisario Domínguez

 Descubrir la lógica de los premios, su razón de  existir y criterios para su concesión es algo que no  se puede sin más tachar de baladí. Porque los  premios, muchas veces, evidencian un pacto tácito  entre premiador y premiado, en virtud de las  alianzas y beneficios mutuos adquiridos.

 Este parece ser el caso de la medalla Belisario  Domínguez 2015, porque el galardonado es el  empresario Alberto Baillères, presidente del grupo  Bal, segundo hombre más adinerado de México  (después del Carlos Slim), beneficiario de las  privatizaciones de empresas gubernamentales y privilegios fiscales, generador de empleos mal pagados y educación de dudosa cimentación. Sus negocios se extienden al ámbito del comercio, minería y metalurgia, seguros, finanzas y educación sin investigación (ITAM).


Alberto Baillères es, sin duda, el símbolo de la desigualdad social en México y de la forma como se hacen negocios a la sombra del poder político. Y no se trata de condenar la riqueza per se, sino de aquélla producto de triquiñuelas y del capitalismo de compadres, imperante en nuestro país desde el sexenio del presidente Miguel Alemán Valdés.

Nadie puede negar la politización de los premios nacionales, que en los últimos años han respondido a la lógica de las cuotas políticas, a su vez, nadie tampoco puede molestarse cuando ésa es la lógica de asignación de puestos en la Suprema Corte de Justicia o en el Instituto Nacional Electoral o en otros órganos autónomos. Sin embargo, sí irrita que con el premio se coloque a Alberto Baillères a la par de Belisario Domínguez, inflexible opositor al régimen del usurpador Victoriano Huerta. Sus discursos son, a la fecha, muestra de valentía y libertad de expresión. ¿Qué tienen en común Baillères y Belisario Domínguez, quien murió protestando por los abusos del poder y conminando a sus conciudadanos a luchar contra el gobierno? A Belisario
Domínguez se le recuerda por esto y por haber sido torturado y asesinado por los matarifes de Victoriano Huerta. En cambio, Baillères es un patriota que ama tanto a México que por eso vive en Miami, y es premiado en momentos en que el INEGI reporta una baja en la confianza empresarial, sobre todo por las inadecuadas medidas económicas del gobierno, por las malas políticas tributarias, por la corrupción y violencia imperantes en el país.

Ciertamente, el Senado de la República otorgó la medalla a Alberto Baillères sin unanimidad ya que no es un empresario innovador a la Steve Jobs o Mark Zuckerberg, sino un fiel testaferro del sistema neoliberal que está llevando al despeñadero al país.

Alberto Baillères, el segundo hombre más rico de México, fue galardonado con la medalla Belisario Domínguez por cuotas políticas, por hacer negocios con el gobierno y por enriquecerse desproporcionadamente.

Nada qué ver con la libertad de expresión.



Guillermo José Mañón Garibay
Investigador en el Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM.