jueves, 28 de abril de 2016

El uso de las tecnologías de información y comunicación dentro del Poder Judicial de la Federación. Rumbo a un nuevo modelo de los órganos de impartición de justicia

 Año con año, el Foro Económico Mundial publica el  Informe Global de Tecnología de Información,  donde se analiza el papel que pueden desempeñar  las tecnologías de información y las  comunicaciones (TICs) para apoyar el crecimiento  económico y la creación de empleos de alta  calidad en las naciones.

 Según estas cifras, en los últimos años México se  ha ubicado en los lugares 63 (2013), 79 (2014) y  69 (2015). Puestos que distan mucho de ser los  mejores para la región de América Latina, quien  ha sido dominada por Chile, al ubicarse en los  sitios 34 (2013), 35 (2014) y 38 (2015),  respectivamente. El posicionamiento de este año  se conocerá durante el mes de abril.




El objetivo de que estas cifras existan no es otro que evidenciar la relación positiva que existe entre el desarrollo tecnológico y el crecimiento económico de las naciones; esto explica el marcado interés de nuestro país de introducir, desde hace algunos años, el uso de la tecnología como una herramienta útil para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.


Para nadie resulta desconocido que el uso de la tecnología ha pasado de los grandes laboratorios a las cosas más cotidianas, llegando incluso a instancias gubernamentales, donde hoy en día es posible pagar nuestros impuestos y derechos, así como realizar un gran número de trámites administrativos, todo sin salir de nuestro domicilio.

El ámbito judicial no se ha quedado atrás, pues a través de Internet podemos desde revisar las listas de acuerdos de algunos tribunales, hasta presentar demandas electrónicas, sin olvidar que incluso podemos ver a los ministros sesionando, en tiempo real, los asuntos sometidos a su potestad.

Sin embargo, si bien estos ejemplos resultan evidentemente positivos, ello no debe nublar un conocimiento completo de las cosas, que también incluya un balance de los efectos nocivos que la implementación tecnológica ha provocado.

En efecto, el uso de la tecnología ha traído casos de ciber-delincuencia, ciber-terrorismo, robo de identidad y los problemas propios con la propiedad intelectual. Por su parte, del lado psicológico, los problemas que ha traído el uso masivo de las tecnologías de la información y comunicación son entre otras: ciber-bullying; nomofobia o ansiedad y miedo a no tener el celular cerca, por la necesidad de estar conectado al mundo, sus noticias y eventos; taxiedad o angustia de enviar un mensaje y no recibir respuesta inmediata, y textofrenia o tensión por creer que su teléfono recibe constantes mensajes o notificaciones, sin que esto realmente suceda.

Pero dejando de lado los delitos y trastornos psicológicos que acarrea el uso de las TICs, hay un problema que se encuentra aún en estado embrionario, y que por lo mismo no se ha abordado de manera frontal a pesar de que se relaciona directamente en el ámbito laboral en los órganos del Poder Judicial de la Federación (y mutatis mutandi, para cualquier otra empresa). Me refiero a la hipótesis de si el uso de la tecnología llegará en algún momento a suplantar al factor humano.

La sustitución del hombre por las TICs deriva de un problema añejo pero con recientes modalidades. Desde hace muchos años se ha planteado y cuestionado un futuro donde las empresas aparecen en su totalidad controladas por máquinas, lo que de suyo implica un vasto problema de desempleo. Y si bien estimo que el uso de las TICs no apunta hacia esa dirección, cierto es que con su implementación, el número de empleados en un órgano jurisdiccional se reducirá considerablemente.

Pienso en el caso de un Juzgado de Distrito. Con el uso del Internet se antoja estéril tener más de uno o dos actuarios por cada órgano, en tanto ahora para notificar una resolución bastará, a lo mucho, seguir los pasos con los que hoy se manda un correo electrónico. Del mismo modo, el uso de videofilmaciones o escáneres hace innecesaria la transcripción de constancias o diligencias, con lo que se tiende a reducir el número del personal operativo.

Lo anterior sin pasar por alto que, en su momento, será necesario que todos los empleados del juzgado dominen el uso de las tecnologías brindadas por el Consejo de la Judicatura Federal, so pena de, quizá, poder terminar justificadamente con su nombramiento (tal como se prevé, por ejemplo en España, en el artículo 52 del Estatuto de los Trabajadores, cuando refiere la posibilidad de extinguir el contrato de trabajo por “falta de adaptación del trabajador a las modificaciones técnicas operadas en su puesto de trabajo, cuando dichos cambios sean razonables”).

Desde mi perspectiva, el uso de las TICs en un órgano jurisdiccional no acarreará un problema de despido de los actuales funcionarios judiciales (con la salvedad de lo expuesto al final del párrafo anterior), pero sí sienta las bases para la futura creación de nuevos órganos jurisdiccionales con muy pocos trabajadores. Muestra de ello es la manera en que se están organizando los flamantes Centros de Justicia Penal Federal, donde el personal jurisdiccional se reduce al juez y a unos pocos empleados más; lo cual resulta altamente contrastante con el resto de órganos jurisdiccionales tradicionales, donde se maneja una planilla de un juez y cerca de cuarenta empleados en promedio.

De seguir con esa tendencia “minimalista”, no deberá extrañarnos que en el futuro (muy) próximo, el Consejo de la Judicatura Federal cree juzgados meramente virtuales, donde el juez pueda impartir justicia desde Internet, sin necesidad de encontrarse presente en su despacho y sin ayuda de algún empleado.

Muy acalorados se vislumbran los debates que se generarán cuando lo anterior suceda, donde por un lado se encontrarán los que defiendan el acceso a la justicia y a las fuentes de empleo y, por otro, los que estarán satisfechos de que al fin, nuestro país alcance mejores posiciones en las listas del Foro Económico Mundial.




Roberto Blanco Gómez 
Secretario de Acuerdos en el Poder Judicial Federal