lunes, 27 de julio de 2015

Roger Bartra y la ilusión del crecimiento de la clase media

 En fechas recientes ha cobrado fuerza el debate  sobre la pobreza y la desigualdad en México. La  historia comienza el pasado 24 de junio con la  publicación del informe de la organización  internacional Oxfam. Las afirmaciones de Oxfam son  contundentes: “Mientras la riqueza de los 4  millonarios más ricos de México representa ya el 9%  del PIB mexicano, la mitad de los mexicanos  permanece en pobreza. Es decir, más de 50 millones  de mexicanos y mexicanas. Sin embargo, el dato  llamativo es que si bien el número de los  multimillonarios prácticamente se mantuvo estable en los últimos 17 años, la magnitud de sus fortunas se incrementó exponencialmente. Entre el año 2002 y hoy las cuatro principales fortunas del país han pasado a multiplicarse por cinco”. 

Frente a estas observaciones, Roger Bartra, en Reforma, el 14 de julio, reaccionó así: “Me extraña el ruido que ha provocado en México un informe de Oxfam sobre la desigualdad. Divulga una información que muchos conocemos: la desigualdad es inmensa y escandalosa. Pero no revela nada nuevo. En realidad expresa una peculiar visión de México, que lo define como un país de pobres. Pero hay otra interpretación que sostiene que México es ya una sociedad de clase media. Macario Schettino —continúa Bartra— apoya esta segunda visión: paulatinamente en México se ha ido reduciendo la pobreza extrema y ha ido creciendo la clase media, y ello ha ocurrido sin que el índice de desigualdad descienda”.

Enseguida, sustentado en un estudio de Luis de la Calle y Luis Rubio, Bartra remata: “Se ha calculado que ya en 2002 la clase media mexicana agrupaba a más de la mitad de los hogares. Esta proporción es posible que se esté acercando a las dos terceras partes de la población. Se comprenderá que este cambio tiene una enorme importancia, no sólo económica sino principalmente política y cultural. Significa que la mayoría de los mexicanos han cambiado radicalmente de modo de vida, como ha ocurrido también en el resto de América Latina”.

Para ponerle más sabor al caldo, en el último párrafo de su artículo, Bartra expone un motivo que explica por qué no se reconoce a México como un país de creciente clase media. Dice Bartra: “La sola idea de la expansión de la clase media irrita mucho a los políticos populistas que pretenden erigir al pueblo como la cristalización de todas las miserias a que es sometida la sociedad por un minúsculo grupo dominante. El hecho de que se haya formado una capa social intermedia –heterogénea y compleja— entre los más pobres y los más ricos es una situación que estorba la pretensión de apelar al pueblo mayoritariamente explotado”. Si Bartra tiene razón, no hay motivos de preocupación en México. Dentro de poco tiempo, la clase media alcanzará un volumen tal que terminarán por resolverse problemas muy graves del país y se acabarán los pretextos para que lleguen al poder políticos populistas o mesiánicos.

Que esto no es sino una mera una ilusión, le parecería claro hasta al propio Bartra si revisa sus propias palabras. Prueba de ello es que termina su artículo de una manera un tanto contradictoria; al referirse a la clase media mexicana, “en expansión”, afirma: “Ciertamente, esta franja intermedia es pantanosa y movediza: sus límites son muy difíciles de definir. Y sus actitudes son un quebradero de cabeza para los políticos, que tienen dificultades para descifrar sus inclinaciones. En el seno de la clase media se reproducen en formas variadas las diferencias, las identidades y las discriminaciones que siguen marcando a la sociedad”.

Tal parece, entonces, que Bartra acaba por reconocer, de manera soterrada, que nada sustancial ha ocurrido en materia de superación de las diferencias y que seguimos padeciendo formas de discriminación social ligadas a la condición de clase económica de la población. La semana pasada fue publicado un informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, CONEVAL, en el que se expone que, en definitiva, la situación no mejora. De acuerdo con este estudio, “entre 2012 y 2014, la población en pobreza creció en 2 millones de personas, sobre todo en zonas urbanas”.

El Secretario Ejecutivo de CONEVAL, Gonzalo Hernández Licona, afirmó que desde hace 20 años, por lo menos, no ha mejorado el ingreso de la mayoría de los mexicanos. Este parece ser el principal problema. Por lo que, entre 2012 y 2014, “el porcentaje de población de ingreso inferior a la línea de bienestar, es decir, que no tiene recursos para adquirir la canasta alimentaria, pasó de 60.6 millones (51.6 por ciento) a 63.8 millones (53.2 por ciento)”. Ninguna cifra, pues, que permita creer que somos ya un país con una clase media mayoritaria.

El verdadero reto es asumir la superación de los bajos ingresos para la mayoría de los mexicanos. Esto implicaría revisar a fondo el modelo con que se organiza nuestra economía y bajo el que se diseña la acción del gobierno.