— Los dioses
defienden a los inocentes. Y vos sois inocente, o eso espero.
— (…) Espero que sepáis a qué estáis a punto de enfrentaros. Gregor Clegane es…
— ¿Grande? Eso tengo entendido.
— Mide más de dos varas y media y debe pesar al menos quince arrobas de puro músculo. Lucha con un mandoble, pero lo esgrime con una sola mano. En cierta ocasión cortó a un hombre en dos de un golpe. Su armadura es tan pesada que un hombre de menor envergadura no soportaría su peso, no hablemos ya de moverse con ella.
— (…) Espero que sepáis a qué estáis a punto de enfrentaros. Gregor Clegane es…
— ¿Grande? Eso tengo entendido.
— Mide más de dos varas y media y debe pesar al menos quince arrobas de puro músculo. Lucha con un mandoble, pero lo esgrime con una sola mano. En cierta ocasión cortó a un hombre en dos de un golpe. Su armadura es tan pesada que un hombre de menor envergadura no soportaría su peso, no hablemos ya de moverse con ella.
George R. R. Martin, Tormenta de Espadas.
“I´m Gonna Knock You Out”
Tras haber sido demandado
por un monto de 550 mil dólares, por daños y perjuicios, Richard Luthmann,
abogado neoyorkino y fan (confeso) de Game of Thrones, ha solicitado
a la Corte Suprema de Nueva York, que el conflicto sea dirimido mediante un
“juicio por combate”. El abogado, de 35 años, y nada enclenque, considera que
su petición de juicio por combate es justa, y que este “mecanismo alterno” de
resolución de controversias no se encuentra prohibido por la Ley Suprema de los
Estados Unidos. El asunto se remonta a 2013, cuando Luthmann representó a la
parte perdedora en una demanda judicial entre dos empresas de inversión. Su
cliente, un tal Parker, debía 500 mil dólares a los demandantes. Entonces,
Luthmann aconsejó a su cliente para que liquidara las cuentas en donde se
ubicaba la cantidad debida, y que lo transfiriera fuera del alcance de los
acreedores. Acto seguido, Parker se declaró insolvente (otras fuentes afirman
que el hombre “desapareció sin dejar rastro”). En consecuencia, la parte
ganadora resolvió demandar al abogado, argumentando que había ayudado a su
cliente a ocultar sus activos y a escapar con el fin de evitar el pago.
“An unchristian, as well as most uncertain, method of trial”: Blackstone
“An unchristian, as well as most uncertain, method of trial”: Blackstone
Del escrito, sometido por Luthmann
a la consideración de la Corte Suprema de Nueva York, el pasado 24 de julio de
2015, destaca lo siguiente:
-El acusado invoca al Common
Law con la finalidad de que se reconozca el derecho a entablar un juicio
por combate en contra de sus demandantes y sus abogados.
-En el apartado “Historia
del juicio por combate”, recuerda que en la Inglaterra medieval, era conocido
como Wager of battle, y fue introducido en el ámbito jurídico del
Reino, tras la conquista Normanda, y se mantuvo vigente durante la Alta y la
Baja Edad Media.
-El primer Wager of battle
fue el de Wulfstan vs. Walter, en 1077, once años después de la
conquista Normanda. Significativamente, las fuentes sugieren que se trataba de
una disputa entre un sajón y un normando.
-El último juicio por
batalla, en Inglaterra, sucedió en 1446: un sirviente acusó a su patrón
por traición, se formalizó el desafío correspondiente, pero el patrón bebió
demasiado vino antes de la batalla y fue liquidado por el sirviente.
-En Estados Unidos, en
tiempos de la ratificación del Bill of Rights, en 1791, el juicio por
combate no fue declarado ilegal en ninguna de las trece colonias originales de
los Estados Unidos (incluido el Estado de Nueva York), que heredaron el Common
Lawbritánico, tras la independencia en 1776.
-Desde entonces, ningún
tribunal estadounidense de la era post-independiente, ha abordado el tema;
por tanto, el juicio por combate continuó siendo un derecho reconocido a las
personas y una alternativa válida.
-En Nueva York reconoce al
juicio por combate como un método empleado frecuentemente para resolver
controversias. Se cita, al respecto, un fragmento del caso Pando vs. Fernandez, resuelto en 1984: “…In ages past, controversies were not
determined by marshaling an array of rational probative proof…trial by combat
and trial by ordeal constituted proof of God’s will” (Pando v. Fernandez, 127
Misc.2d 224, 230-231 (Sup Ct., NY County 1984).
-La Novena Enmienda
dispone: “El hecho de que en la Constitución se enumeren ciertos derechos no
deberá interpretarse como una negación o menosprecio hacia otros derechos que
son también prerrogativas del pueblo”.
-La referida novena
enmienda es aplicable a los estados a través de la decimocuarta
enmienda.
Al respecto, el justice Arthur Goldberg (secundado por el chief
justice Earl Warren y por el justice William Brennan) expresaron
esa opinión concurrente enGriswold vs. Connecticut (381 U.S. 479
(1965). En Griswold se aprecia que los redactores de la Constitución
consideraron la novena enmienda bajo una interpretación expansiva.
-La Segunda Sala de la
División de Apelaciones ha reconocido que la acusación privada en un
caso penal tiene sus orígenes en el Common Law (Sedore v Epstein, 56
A.D. 3d 60, 64 (2nd Dept 2008) (citando a: State v. Storm, 141 NJ 245,
250, 661 A. 2d 790, 793 (1995).
-Los alegatos de los
demandantes se encuentran en la frontera penal. Por lo tanto, el que suscribe
solicita respetuosamente a la Corte que la demanda sea desestimada, o bien, la
realización de un juicio por combate, ya sea personalmente, o por medio de un champion.
“Trial by battle is a
practice that no one defends any more”: Richard Posner
Resulta coincidente, que
apenas una semana después del escrito presentado por Luthmann, el 1º de agosto
de 2015, Michael Smith y Raj Shah, de la facultad de derecho de la universidad
de California, en Los Angeles, publicaron en el número 164 de la revista Media
& Arts Law Review, un artículo intitulado Arbitration by combat, donde
encuentran ciertas “ventanas de oportunidad” al arreglo de ciertos conflictos
“donde sea, y como sea”. Los autores analizan si la Federal Arbitration
Act (FAA)¸tutela la realización de arbitrajes por combate, en contra de
interferencia estatal alguna, tomando como punto de partida la interpretación
expansiva acerca de los alcances de la FAA efectuada por la Corte
Suprema en el caso AT&T
Mobility vs. Concepcion.
Smith y Shah concluyen
que, a pesar de que el juicio por combate es visto hoy en día como una reliquia
de la barbarie, hay argumentos sólidos en torno a que los arbitrajes por
combate se encontrarían amparados por la FAA, máxime, tras la
sentencia del máximo tribunal en el caso referido, que estableció el canon al
que debe apegarse todo arbitraje. Así —acotan los autores—, en la era post-concepción, la
interrogante clave es el alcance de los cuatro atributos específicos del
arbitraje reflejados en la sentencia: 1) celeridad y eficiencia; 2)
informalidad procedimental; 3) libertad de las partes para designar a un
árbitro calificado, y 4) un margen aceptable de error.
Por tanto, de acuerdo con
los cuatro atributos fundamentales del arbitraje identificados en Concepción,
existe —según Smith y Shah— una fuerte argumentación en el sentido de que el
arbitraje por combate, llevado a cabo de acuerdo con las prácticas históricas,
seguiría siendo válido, al amparo de lo que el Congreso resolvió al aprobar la FAA.
Al final, los autores de Arbitration by combat hacen una prudente acotación, sugiriendo que no se llegue a extremos como (ALERTA DE SPOILER) los que vemos en el combate entre Gregor Clegane y el príncipe Oberyn Martell, o el de Sandor Clegane contra Ser Beric Dondarrion, todos en Canción de Hielo y Fuego (a.k.a. Game of Thrones).
“¿Qué tal si se dan una vueltecita dentro de 100 años?”
Al final, los autores de Arbitration by combat hacen una prudente acotación, sugiriendo que no se llegue a extremos como (ALERTA DE SPOILER) los que vemos en el combate entre Gregor Clegane y el príncipe Oberyn Martell, o el de Sandor Clegane contra Ser Beric Dondarrion, todos en Canción de Hielo y Fuego (a.k.a. Game of Thrones).
“¿Qué tal si se dan una vueltecita dentro de 100 años?”
Los sagaces argumentos de
Michael Smith y Raj Shah, y los —un tanto más frívolos— de Richard Luthmann,
¿serán tomados en cuenta por la Corte Suprema de Nueva York?
O bien, el alto tribunal
neoyorkino puede resolver como el Areópago de Atenas que, en un caso
especialmente ambiguo, ordenó que una mujer acusada de homicidio, y su
acusador, volvieran a presentarse al tribunal cien años más tarde.
Alejandro Anaya Huertas. Licenciado
en Derecho (UNAM); Maestro y Doctor en Administración Pública (INAP).