El 5 de octubre de este
año concluyeron las negociaciones del Acuerdo Transpacífico de Libre Comercio
(TPP por su siglas en inglés) para pasar a la etapa de aprobación interna en
cada unos de los países miembros del mismo. El TPP es un proyecto de integración
comercial en la región Asia-Pacífico que integra doce países: Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile, Estados Unidos, Malasia, México, Japón, Nueva
Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.
Las áreas que abarca el
TPP incluyen aspectos relacionados con acceso a mercados, reglas de origen,
obstáculos técnicos al comercio, medidas sanitarias y fitosanitarias,
competencia, compras públicas, servicios, inversiones, comercio electrónico, telecomunicaciones, entrada temporal, servicios financieros, propiedad
intelectual, medio ambiente, laboral y cooperación.
Adicionalmente, se han incorporado los denominados temas horizontales que incluyen coherencia regulatoria, competitividad y desarrollo para las pequeñas y medianas empresas. Cabe señalar que existe una capítulo sobre transparencia y anticorrupción el cual establece obligaciones para transparentar toda la normatividad y las regulaciones relevantes que pudieran afectar el libre comercio o el flujo de inversiones. Asimismo, existen medidas para identificar y gestionar conflictos de interés y se pretenden establecer códigos de conducta para funcionarios públicos.
La región que cubre el TPP
abarca un mercado de 800 millones de personas y representa el 40% del Producto
Interno Bruto mundial. Las ganancias netas se estiman en 295 billones de
dólares al año de acuerdo con el Peterson Institute for International
Economics, con un impacto mayor en países con menor desarrollo. Este Acuerdo se
generó como respuesta a la expansión comercial de China y al crecimiento que
tuvo su economía en la última década, llegando a tener tasas de crecimiento
cercanas al 10%. Actualmente, China ha tenido una desaceleración económica, en
2014 tuvo una tasa de crecimiento del 7.4% y para 2015 se prevé una tasa
de crecimiento del 6.7%, a pesar de esto, las inversiones continúan creciendo
en el sector industrial y manufacturero.
La competencia de los
países por tener acceso a mercados con tasas arancelarias preferentes e
incentivos para atraer inversiones ha generado una fragmentación en el comercio
internacional. Así observamos que existen Tratados de Libre Comercio, Acuerdos
regionales de complementación económica, Tratados bilaterales de Inversión,
mercados comunes, uniones aduaneras, etc. En este contexto, México no ha sido
la excepción, en 1986 ingresó al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT
por sus siglas en inglés), en 1990 firmó el Acuerdo de Complementación
Económica con Chile y en 1991 iniciaron las negociaciones del Tratado de Libre
Comercio con América del Norte.
La experiencia en las
negociaciones comerciales para México no es nueva. De acuerdo con cifras de la
Secretaría de Economía, México cuenta con una red de 11 Tratados de Libre Comercio
con 46 países (TLCs), 32 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca
de las Inversiones (APPRIs) con 33 países y 9 acuerdos de alcance
limitado (Acuerdos de Complementación Económica y Acuerdos de Alcance
Parcial) en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI).
Además, México participa en organismos y foros
multilaterales y regionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el
Mecanismo de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), la Organización para
la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y la ALADI.
En el momento en que entre
en vigor el TPP se prevé la reducción a tasa cero de aranceles en
aproximadamente 18,000 productos. Sin embargo, este esquema ya está rebasado,
la verdadera apuesta consiste en generar cadenas de suministro para la
producción de bienes y servicios, promover la innovación y la competitividad en
industrias como la de telecomunicaciones, la farmacéutica, la automotriz, la
agrícola e incluye medidas para apoyar al desarrollo de la pequeña y mediana
industria. Se calcula que para el 2025 el TPP habrá incrementado el 1% el PIB
mundial.
Para el caso de México,
según cifras de la Secretaría de Economía, el TPP significaría un crecimiento
en las exportaciones de 170 mil millones de dólares en los 5 años posteriores a
su entrada en vigor. Sin embargo, tal como ya lo anunció el Secretario General
de la OCDE, José Ángel Gurría esto no se verá reflejado si México no genera
estructuras propias para la competitividad y la productividad. En otras
palabras, si México no fortalece su mercado interno y no se vuelve más
competitivo, será muy difícil obtener los beneficios antes mencionados.
Para los defensores del
libre comercio, el TPP promete tener mejor acceso de bienes a estos mercados,
acceso preferente a proveedores de servicios lo cual generaría un aumento en la
productividad de los Estados miembros, atraería mayor inversión, generaría más
empleos, y mejoraría las condiciones de vida y de bienestar de su población.
Para los opositores del
TPP, este Acuerdo no es un Acuerdo de libre comercio es un arreglo en
diferentes áreas de comercio en los que se aseguran los intereses de los países
más poderosos. Podemos observar que existe una oposición en diferentes países.
Por ejemplo, en Japón los productores de arroz y los representantes de la
industria automotriz se manifiestan en contra de este Acuerdo. En Nueva
Zelanda, los productores de lácteos y productos cárnicos también se oponen al
TPP. Además, existe una preocupación generalizada de organizaciones
ambientales, laborales y de los partidos políticos sobre la posible reducción
de los estándares ambientales, la disminución de salarios y el posible incremento
en el desempleo debido a la oferta de mano de obra más barata. Estos temas no
son nuevos en el debate de la apertura comercial global y han sido utilizados
como slogan de campañas políticas en México y Estados Unidos, por poner un
ejemplo.
Otro motivo de debate es
el relacionado con la industria farmacéutica, debido a que se prevén mayores
plazos en la vigencia de las patentes para ciertos medicamentos con el
argumento de que se promueve la investigación. Sin embargo, existe el riesgo de
que, al extenderse la vigencia de las patentes, se limite la liberalización de
las mismas teniendo un efecto negativo en el consumidor.
Finalmente, la
ratificación del TPP en Estados Unidos llega en un momento en donde se perfilan
los candidatos a la presidencia. La precandidata demócrata, Hillary Clinton se
manifestó contraria al TPP por la pérdidas de empleos, la posible disminución
en los salarios y porque pone en riesgo la seguridad nacional. La línea de
argumentación de los republicanos va en el mismo sentido. Estas posturas
parecen ser más electorales que económicas y ya han sido utilizadas por ambos
partidos. La aprobación del TPP por parte de Estados Unidos es en gran medida
el éxito o el fracaso del mismo. Lo único cierto es que la idea de generar
contrapesos en el mercado global depende de la capacidad de crear este bloque
regional. Ante la desaceleración de la economía China, ésta no está cruzada de
brazos y busca alianzas en Asia. México, cruza los dedos para que este proyecto
fluya. A ver qué dice la historia.
Jimena Moreno.
Coordinadora de la licenciatura en derecho del CIDE