Tanto en el discurso
político de los tres órdenes de gobierno, como en los programas sectoriales y
en las leyes secundarias, en México constantemente se hace referencia a la
carrera policial.
Se trata, sin embargo, de
una falacia. Esto debido a que la estabilidad y seguridad laboral constituye el
requisito indispensable para cualquier sistema meritocrático de carrera, lo que
en el caso mexicano no se le garantiza a los siguientes tres colectivos de
funcionarios públicos: agentes de ministerio público, peritos y miembros de las instituciones policiales, de conformidad con lo establecido por el artículo
123, apartado B, fracción XIII de la Constitución, al contemplarse la
separación de aquellos efectivos que incumplan con lo establecido por el
sistema nacional de seguridad pública.
Así, a diferencia de los
militares, marinos y del personal del servicio exterior mexicano, pende sobre
la cabeza de los policías la espada de Damocles, ya que pueden ser libremente
removidos y, aunque dicha separación haya sido injusta, en ningún caso
procederá la reinstalación. Lo cual ha sido refrendado por la interpretación de
la Suprema Corte de Justicia, a la sazón máxima autoridad jurisdiccional en
México.
El lector se encuentra
ante uno de los legados malditos del entonces presidente Felipe de Calderón
(2006-2012): los exámenes masivos de control de confianza al personal de las
procuradurías/fiscalías, órganos auxiliares de la justicia (peritos) y cuerpos
de seguridad pública, que han obligado a las entidades federativas a crear
Centros de Control de Confianza a cargo de la aplicación de una batería de seis
exámenes, siendo el polígrafo la “reina de las pruebas” y, por ese motivo, su
reprobación es motivo suficiente para prescindir del policía en cuestión.
La deshumanización de
dicho proceso puede constatarse a partir del testimonio de aquellos
funcionarios públicos que han experimentado la vejación que implica el examen
psicológico (polígrafo) y de aquellos a quienes simplemente se hace de su
conocimiento que no han aprobado y, por ende, deben salir por la puerta del
“jurídico” y por su “liquidación”, sin ofrecer explicación alguna y dando al
traste con el derecho al debido proceso, que integra el núcleo duro de los derechos
humanos.
Si, por un lado, de la
mano de los exámenes de control de confianza se conculcan los derechos
fundamentales de aquellos hombres y mujeres responsables de velar por la
función de la seguridad pública en México, por otro, la irracionalidad de someter
a exámenes a más de medio millón de personas trae aparejada una dimensión de
costos insoslayable.
Ahora bien, vale mencionar
que todo sistema de carrera (merit system) está integrado por un conjunto de
subsistemas, entre los que destaca el régimen disciplinario que, como ultima
ratio, contempla la separación del funcionario; pero, acompañado por el
subsistema de garantías (debido proceso), para que dicho funcionario pueda
conocer la acusación que recae sobre su persona y estar también en condiciones
de defenderse.
No es el caso de México, donde a sus funcionarios encargados de
hacer cumplir la ley -como la Organización de Naciones Unidas denomina a los
policías- se les puede expulsar de la institución por el sólo hecho de
“incumplir con lo establecido por el sistema nacional de seguridad pública”, lo
que guarda correspondencia con el sistema de despojo (spoils system),
caracterizado por la libre remoción del personal al servicio del Estado.
De esta manera, el
incentivo de la seguridad laboral para aquellos hombres y mujeres que abrazan
como proyecto personal de vida la carrera policial, está ausente en México. En
conclusión, paradójicamente en México se quebrantan los derechos humanos de
quienes tienen la obligación de respetarlos y hacerlos respetar en el seno
comunitario, siendo la carrera policial una falacia: una de las tantas
ficciones o simulaciones jurídicas que dominan el escenario mexicano.
Marcos Pablo
Moloeznik. Profesor-Investigador del Departamento de Estudios Políticos
del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad
de Guadalajara.