La mediocridad de nuestra
clase política inhibe cualquier tipo de discusión sustantiva sobre el presente
y el futuro del país. Los políticos profesionales carecen, por lo general, de
ideas y propuestas para solucionar los problemas que más sufre la gente, de
modo que se dedican a administrar pobremente la coyuntura que les toca gobernar.
Es por eso que, casi siempre, las soluciones deben venir de otro lado. Nunca de los partidos políticos o de sus representantes, pues de ellos es más bien poco –o nada- lo que debemos esperar.
Es por eso que, casi siempre, las soluciones deben venir de otro lado. Nunca de los partidos políticos o de sus representantes, pues de ellos es más bien poco –o nada- lo que debemos esperar.
Uno de los ejemplos recientes que anima la esperanza para construir un país mejor lo constituye la propuesta del Ministro Arturo Zaldívar, la cual busca generar una alternativa a la persecución penal de la marihuana. El proyecto de sentencia elaborado por Zaldívar debe votarse en la sesión de este 28 de octubre de la Primera Sala de la Suprema Corte, a menos que sus integrantes decidan elevar hasta el Pleno de la Corte el asunto, dada la importancia del tema. Lo que propone es dejar un espacio para la regulación legal (que, en caso de ser aprobado el proyecto, estaría emitiendo la COFEPRIS) de la siembra y consumo de cannabis de forma personal, sin ánimo de lucro y sin posibilidades de comercializarla.
El Ministro Zaldívar se ha
caracterizado como un verdadero defensor de los derechos de la persona humana.
Ha sido y está llamado a seguir siendo el líder del ala garantista de la Corte
(que cada vez luce más menguante, dicho sea de paso). Tal como lo han hecho los
tribunales constitucionales de otros países, Zaldívar propone despenalizar el
uso lúdico o recreativo de la marihuana y lo hace apoyado en las razones del
derecho (utilizando el novedoso concepto, en México por lo menos, del derecho
al libre desarrollo de la personalidad), pero también en el sentido común, el
cual nos indica que la marihuana no mata a las personas que la consumen, pero
los efectos de su prohibición por vía penal han sido tremendos para la vida de
millones de personas.
Lo cierto es que Arturo
Zaldívar está poniendo a la sociedad ante un dilema que debe atreverse a
resolver: o avanzar en la legalización del uso personal de drogas o seguir
enfrentando el asunto con la policía, los ministerios públicos y las amenazas
de cárcel para los consumidores, como hasta ahora se ha hecho. Las voces más
razonables –como la de Juan Ramón de la Fuente en estas mismas páginas de El Universal-
han defendido la necesidad de tratar el tema del consumo de drogas como un
asunto de salud pública en el que hay que apostar por la prevención y no por la
represión. A esas voces se puede ahora sumar la de nuestra Suprema Corte, si el
proyecto de Zaldívar es aprobado.
Vale la pena recordar la
famosa frase de John Stuart Mill cuando sostuvo que "Sobre sí mismo, sobre
su propio cuerpo y espíritu, el individuo es soberano". Lo dijo en pleno
siglo XIX y ahora un juez valiente nos pide que lo entendamos de una vez por
todas 150 años después. Creo que hay que tomarle la palabra y empezar a
respetar las distintas formas de vida que cada individuo quiera trazarse. No
hay modelos buenos o modelos malos de vida considerados en abstracto; los
individuos deben poder trazar sus propios objetivos vitales con libertad y
pleno respeto, mientras no afecten los derechos de las demás personas. El
Estado no debe tener injerencia en lo que haga cada quien con su vida: la
autoridad puede informar, sugerir o desalentar el consumo de ciertos productos,
pero no meter a la cárcel a nadie por consumirlos.
La hora de la verdad ha
llegado en la discusión jurídica sobre la marihuana. Veremos de qué lado de la
historia se sitúan cada uno de los cinco integrantes de la Primera Sala de la
Suprema Corte, de si del lado de la inútil e inefectiva represión penal de las
drogas o del lado del reconocimiento de la autonomía de las personas.
Miguel Carbonell
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM.