¿Qué es lo que hace que un
abogado sea un excelente abogado? ¿en qué se distingue un abogado de primer
nivel de un abogado mediocre? ¿qué rasgos y capacidades deben desarrollarse
para llegar a ser un abogado eminente?
Un estudio realizado en
Estados Unidos sobre las cualidades prácticas de los mejores abogados señala
los siguientes aspectos:
1. Desarrollo intelectual
y de conocimientos.
Los mejores abogados
tienen gran capacidad de análisis y de razonamiento práctico. Son creativos e
innovadores. Se enfocan en resolver problemas, no necesariamente a través del
litigio, sino de la vía que piensen que es más barata y más rápida para llegar
a la mejor solución para proteger los intereses de sus clientes.
2. Búsqueda de información e investigación de hechos.
Los mejores abogados saben
perfectamente dónde encontrar la norma jurídica que necesitan para aplicarla a
un caso concreto: son buenos en la investigación legislativa y jurisprudencial.
También se destacan por
saber investigar los hechos de un caso concreto, de forma minuciosa y
detallada, hasta el nivel de la obsesión a veces.
Igualmente, son excelentes
a la hora de hacer cuestionamientos o realizar entrevistas a las personas
involucradas en un caso concreto, ya sea dentro o fuera de la sala de
audiencias de un tribunal.
3. Comunicaciones.
Los mejores abogados son
excelentes en el ejercicio de la comunicación. ¿Cómo lo hacen? A través del
desarrollo de su capacidad de influencia y persuasión sobre los demás, por
medio de una escritura pulcra, directa, clara y perfectamente comprensible, así
como gracias a la capacidad de escuchar a las otras personas (tanto a los
clientes como a los jueces e incluso a las contrapartes en un juicio).
4. Planeación y
organización.
La profesión jurídica se
ha convertido en algo muy complejo. Se requieren grandes aptitudes
organizativas y de planeación para tener éxito en su ejercicio práctico. Los
mejores abogados son maestros de la planeación estratégica. Saben organizar y
manejar su propio trabajo, así como el trabajo de los demás.
La planeación abarca desde
cuestiones sustantivas relacionadas con los casos que están atendiendo (para lo
cual deben tener muy bien organizada la agenda de audiencias, vencimiento de
plazos procesales, etcétera), hasta cuestiones relativas a la administración de
sus despachos (planeación financiera, nómina del personal, pagos de alquiler o
de préstamos, etcétera).
La profesión jurídica, en
la práctica, exige dedicar mucho tiempo a cuestiones administrativas para las
cuales se debe tener una gran capacidad organizativa. Un despacho de abogados a
fin de cuentas es una especie de empresa y como tal debe estar organizada y
administrada.
5. Solución de conflictos.
Los buenos abogados son
los que saben negociar los asuntos para poder obtener las mejores soluciones;
saber negociar no es, como algunos afirman, un arte, sino una técnica y como
todo tipo de técnica se puede aprender y desarrollar. También saben, los
abogados destacados, que cuando una negociación no puede llegar a buen puerto
–por las razones que sean- se puede abrir la puerta de un procedimiento de
mediación o incluso acudir a un arbitraje. Nunca dejan de explorar todas las
opciones disponibles antes de acudir a un juicio, que es la vía última de
resolución de conflictos.
6. Relaciones con clientes
y de negocios.
El derecho, como otras
actividades que realizan los seres humanos de forma profesional, es también un
negocio. Los mejores abogados hacen prosperar esa dimensión de la abogacía, por
medio del desarrollo de redes de trabajo y de negocio.
Los contactos son
esenciales para obtener nuevos clientes y para derivar hacia otros despachos o
colegas a los clientes que nos plantean temas que no forman parte de nuestro
ámbito de trabajo.
Los clientes muchas veces
buscan consejos o sugerencias de los abogados para poder prevenir el
surgimiento de algún problema o para tomar decisiones con la mayor seguridad
que sea posible, desde el punto de vista económico y jurídico; los mejores
abogados lo saben y están preparados para asesorar de forma seria y rigurosa a
sus clientes.
7. Capacidad de trabajo en
equipo.
Los asuntos jurídicos que
valen la pena desde un punto de vista profesional suelen ser muy complejos. En
muchos casos no es posible que un abogado individual pueda dar la atención
debida a un asunto que reviste cierto grado de complejidad o que requiere del
análisis de grandes volúmenes de información.
Para poder salir adelante
se requiere de un trabajo en equipo. Los mejores abogados tienen la capacidad
de evaluar los asuntos para tener una idea clara de su complejidad y decidir
si, en un caso concreto, se va a requerir la participación de otros abogados o
de especialistas en otras ramas del conocimiento.
En asuntos de derecho
medioambiental es frecuente que se busque la asesoría de biólogos; en asuntos
penales con frecuencia se requiere la asistencia de médicos, especialistas en
ciencias forenses o detectives; en temas vinculados con telecomunicaciones o de
derecho energético se requiere el apoyo de ingenieros; en cuestiones fiscales
sin duda el apoyo de contadores es indispensable.
Hay que saber trabajar con
esos profesionales, desarrollando relaciones de confianza y apoyo recíprocos
que nos permitan atender con el mejor nivel posible a nuestros clientes.
8. Carácter.
No cualquiera puede ser un
buen abogado, un abogado de excelencia. Además de todo lo que llevamos dicho se
requiere también una cierta formación del carácter. Los rasgos de los mejores
abogados son: pasión y compromiso con su profesión; diligencia en la atención
de los casos que llevan; integridad y honestidad a toda prueba; buen manejo de
situaciones de estrés; continua capacidad de aprendizaje, a lo largo de toda su
vida profesional.
Miguel Carbonell, Director
del Centro de Estudios Jurídicos Carbonell AC.