lunes, 5 de octubre de 2015

De la multipolaridad del poder y la incertidumbre del derecho

 Nuestro mundo, en la actualidad, es por demás  complejo y dinámico. No es que antes no haya  sido de esa manera, sino que actualmente los  grandes acontecimientos que modifican nuestro  mundo están sucediendo con mayor velocidad,  provocando acontecimientos inesperados y un  sinnúmero de respuestas de diferente índole.

 De entre los distintos cambios en nuestro entorno  se halla la multipolaridad del poder: el  fraccionamiento del poder ostentado con  anterioridad por las estructuras políticas y  jurídicas  formales, las cuales han permitido, en  determinados casos, el relegamiento de sus tareas  primordiales a terceros y, en otros, el  rebasamiento de las estructuras formales por poderes que han superado o han establecido estructuras jurídico-políticas paralelas a la construcción propia del Estado.


No cabe duda que ello que ello recae en un cuestionamiento sobre el desdibujamiento del Estado y la desaparición de la soberanía nacional, así como la consecuente reconfiguración de los sistemas de derecho positivos nacionales con respecto a las grandes estructuras jurídicas internacionales que han entrado de lleno en la vida interna de los Estados (y de los que, también se podría decir, forman parte de esa multiplicidad de poderes estructurados por el Estado o en un plano alterno).

Ante el fenómeno de la globalización y de la crisis del Estado de derecho deberíamos de cuestionarnos acerca de la función que tienen actualmente los sistemas de derecho nacionales y la certidumbre que brindan en la complejidad del mundo actual, siendo la presencia irrefutable del derecho internacional un factor influyente; por ello es que nos preguntamos ¿en qué grandes procesos se inscriben los sistemas nacionales de derecho en un mundo en el que el poder es multipolar? ¿Qué ha sucedido con la certidumbre del derecho? ¿A quién sirve el derecho internacional en la actualidad? Sin lugar a dudas son preguntas de gran importancia que debemos de realizarnos con la intención de comprender de mejor manera nuestro contexto actual. Podríamos, en la inmediatez del momento, responder a estas tres preguntas:

1. Dentro de los cambios necesarios del capitalismo salvaje para su supervivencia;
2. Ha desaparecido, y 
3. A los poderes fácticos.

No obstante, respuestas así de escuetas no ayudarían en mucho a comprender el papel actual del Estado y de los sistemas de derecho actuales, por lo que intentaremos una respuesta mejor construida con vistas a entender estos temas.

Para nosotros, el problema de la multipolaridad del poder puede comprenderse en tanto los distintos intereses de las diversas potencias nacionales o internacionales convergen en un mismo sitio, distribuyéndose de tal manera que su organización debe de establecerse conforme a la estructura del derecho nacional imperante para evitar conflictos entre esos poderes. No puede negarse, en ningún análisis, que ello no sea un problema cerca del derecho y el capitalismo actual: los grandes monopolios, la devastación de recursos naturales, la creación de leyes ad hoc a intereses nacionales e internacionales, la injerencia política y jurídica de las grandes potencias, todos éstos, entre muchos otros temas adicionales, refieren necesariamente a la estructura del capitalismo en nuevas formas de poder que han conducido al derecho en un instrumento más.

Frente a este panorama es que los sistemas nacionales de derecho presentan, como una característica observable, a la incertidumbre como una característica que ha puesto en funcionamiento la lógica de incorporación de distintos intereses sobre un mismo territorio nacional. Es decir, la multidiversidad de sistemas jurídicos imperantes en un territorio ha provocado la pérdida de la certidumbre en los procesos jurídicos y políticos de mayor relevancia: referéndums, temas de macroeconomía, decisiones de Estado, por mencionar algunos, ya no se sostienen más en la posibilidad de que la propia Constitución y el régimen jurídico proveniente de ella den una solución clara a las múltiples situaciones que tienden a polarizarse, por lo que se recurre, sin más ni menos, a la amplia diversidad de sistemas jurídicos creados o no por el Estado.

Por último, efectivamente, uno de los problemas de mayor preocupación se encuentra en la estructuración de poderes fácticos: organizaciones, individuos, corporaciones que han superado a las estructuras mencionadas con anterioridad. Podríamos decir que el derecho internacional responde, en gran medida, a ese tipo de poderes (aunque, debemos de entrar en la discusión sobre los tratados internacionales, estandartes de los derechos humanos, y el cuestionamiento de si estos derechos efectivamente son únicos y globales). Sin embargo, no podemos argumentar que los poderes fácticos hayan tomado las riendas del contexto actual, puesto que, por todo lo contradictorio que parezca, éstos requieren y buscan las estructuras formales del Estado para operar de mejor forma sus intereses. Es ahí en donde hallamos la gran paradoja de nuestros tiempos, pues no se puede negar de la existencia de los poderes fácticos, pero tampoco de la funcionalidad actual del Estado y de cómo éste se ha adecuado de tal manera para organizarse en un mundo multipolar en el que se responde a diversos intereses.

Frente a las ideas anteriormente expuestas podemos mencionar que la contingencia se ha vuelto parte de nuestras vidas y se ha traducido en un sinfín de posibilidades, opciones y decisiones no inscritas en las grandes estructuras jurídico-políticas construidas en el siglo XX. Así, el siglo XXI es predominantemente contingente y ésa es una realidad que debemos de aceptar, comprender y estudiar.

Félix Ariel Carrillo GarcíaCano
Licenciado en Ciencia Política y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México