sábado, 17 de octubre de 2015

Zonas económicas especiales o los límites del federalismo como motor de desarrollo regional

 "Se necesitan políticas para un crecimiento  sostenible, equitativo y democrático. Esta es la razón  del desarrollo. El desarrollo no consiste en ayudar a  unos pocos individuos a enriquecerse (…) El  desarrollo consiste en transformar las sociedades,  mejorar las vida de los pobres, permitir que todos  tengan oportunidad de salir adelante y acceder a  las  salud y educación."
 Joseph E. Stiglitz



El 29 de septiembre de 2015, el presidente Peña Nieto presentó a la Cámara de Diputados la iniciativa de Ley Federal de Zonas Económicas Especiales. Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) de acuerdo con el artículo 1º de esta iniciativa son áreas prioritarias del desarrollo nacional delimitadas en una ubicación geográfica estratégica, creadas para impulsar el crecimiento económico sostenible y equilibrado de las regiones del país que tengan mayores rezagos en desarrollo social, a través de incentivos a la inversión, productividad, competitividad y empleo.

Las ZEE prevén la participación del sector privado quienes podrán obtener beneficios fiscales (temporales), aduanales y financieros, así como de facilidades administrativas e infraestructura en condiciones especiales.

Esta iniciativa forma parte de una estrategia lanzada por el ejecutivo federal para impulsar la competitividad y productividad que se debe leer de manera integral con la Ley para Impulsar el Incrementos Sostenido de la Productividad y Competitividad de la Economía Nacional, publicada en el 4 de mayo de 2015 en el Diario Oficial de la Federación, y que es reglamentaria de los artículos 25 y 26 de la Constitución.

Es importante señalar que las ZEE no son de reciente creación. Es un mecanismo que han utilizado otros países para impulsar el crecimiento de las regiones más rezagadas de su territorio. La primera ZEE se estableció en Irlanda en 1959, en la ciudad de Shanon, con el objetivo de desarrollar un corredor manufacturero e  industrial.

A mediados de los sesenta se empezaron a establecer en Asia y América Latina. A partir de los noventa este esquema se implementó en Europa del este; de tal manera que para 1991 existían alrededor de 3,000 ZEE en 120 países. Actualmente, estas ZEE forman parte de las políticas públicas estatales para combatir el rezago económico regional. Cabe señalar que, aunque ha habido casos importantes de éxito, también hay experiencias negativas. “La clave es que dicha política esté contenida dentro de una estrategia global que articule el desarrollo regional nacional y local, con una estrategia congruente de inserción internacional en el corto, mediano y largo plazos.”

El caso de éxito más notable se da en China, en donde se impulsaron ZEE en cuatro provincias. En una de ellas, Shenzhen, se les concedió a los gobiernos locales la autoridad para tomar decisiones sobre inversión pública, infraestructura y planes de financiamiento. En 1980, Shenzhen tenía 30,000 mil habitantes, al día de hoy tiene 10,6 millones de habitantes, su economía ocupa el cuarto lugar entre las ciudades más prosperas de China y su PIB per cápita es de 24,336 dólares.

El éxito de este esquema no fue inmediato, tardaron alrededor de ocho años en despegar; sin embargo, empezó a fluir la inversión extranjera directa y el gobierno chino comenzó a replicar esta política con estrategias diferenciadas por región.

En este sentido, y a partir de las experiencias de países como China, Corea del Sur e India, esta iniciativa busca crear ZEE basadas en el interés público como eje rector y que desde el Estado se aborden las políticas necesarias para ello. La idea es, en un principio,  crear tres ZEE en el sur-sureste del país. Las tres zonas se ubicarían en el puerto Lázaro Cárdenas, abarcando municipios colindantes de Michoacán y Guerrero; otra, en el corredor interoceánico de Tehuantepec, que incluye Coatzacoalcos, Veracruz y Salina Cruz, Oaxaca; y una más, en puerto Chiapas, en Chiapas. Dichas zonas cuentan con infraestructura básica que será uno de los detonadores de la inversión. El proyecto de ley basa su operación en tres ejes importantes.

La creación de una ventanilla única de trámites con el objeto de agilizar y dar certeza a la gestión administrativa y regulatoria para hacer más transparentes los procedimientos, eficientizar los procesos y generar certeza jurídica en la obtención de permisos y en la realización de los trámites. Se emitirá una guía única de trámites y requisitos que estará  disponible en Internet.

El establecimiento del consejo consultivo para cada ZEE, representado por instituciones de educación superior e investigación, organizaciones sociales, cámaras empresariales, administradores regionales e inversionistas con el fin de integrar a los sectores productivo, social y académico.

La elaboración de convenios de coordinación con los tres órdenes de gobierno, en donde los estados y municipios se obligan a implementar acciones de mejora regulatoria, a realizar acciones de ordenamiento territorial de conformidad con las facultades concurrentes que correspondan a cada orden de gobierno, a  fomentar la inclusión, entre otras. Una ZEE no puede empezar a operar hasta que no esté firmado dicho convenio.

La constitución de la comisión intersecretarial, quien aprobará, evaluará y dará seguimiento al programa de desarrollo de cada zona y estará integrada por 13 Secretarías de Estado y el IMSS.
LA SHCP será la entidad encargada de establecer los requisitos, procedimientos y criterios conforme a los cuales se otorgarán los permisos.

Involucrar a los municipios es una estrategia fundamental ya que, en muchas ocasiones, es a nivel municipal donde se establecen barreras legales por la opacidad en el otorgamiento de permisos, la falta de transparencia en los requisitos de información para efectuar trámites, etc., y acaban siendo un obstáculo en la implementación de ciertos proyectos.

Tomando como referencia las facultades que le otorga el artículo 115 de la constitución, los municipios pueden formular, aprobar y administrar la zonificación y planes de desarrollo urbano municipal, además de autorizar, controlar y vigilar la utilización del suelo, en el ámbito de su competencia; así como, otorgar licencias y permisos para construcciones en los términos de las leyes federales y estatales relativas.

Cabe mencionar que la normatividad municipal es asimétrica, debido a que obedece a las prioridades e intereses que cada municipio tiene en lo particular. De ahí la importancia de hacerlos participes en el desarrollo de estas zonas, pues pareciese que no hay otro camino más que obligar a los estados y municipios a ceder autonomía.

Los ejes rectores señalados anteriormente reflejan la complejidad y fragmentación del orden federal, lo cual se traduce en un reto para que el ejecutivo federal pueda implementar este proyecto en las ZEE. En términos generales, existe una distribución competencial que nos ayuda a delimitar el ámbito federal y local y existen también facultades concurrentes en las que ciertas materias se ejercen de forma paralela por la federación, estados, Distrito Federal y municipios como es el caso, por ejemplo de los asentamientos humanos y el medio ambiente.

Al momento de definir responsabilidades y de operar esta complejidad se hace mayor, así lo señala el ministro José Ramón Cossío: la manera de asignar competencias entre los órdenes normativos (federación, estados, Distrito Federal y municipios) por sí misma genera confusión, parálisis e ineficiencias.

Finalmente, si se quiere atraer inversión habrá que desarrollar un entorno de negocios competitivo ya que hay poca integración con la economía nacional, son zonas con un deficiente nivel educativo, con índices de pobreza y criminalidad alarmantes y con presencia del crimen organizado. De aquí la necesidad de contar con un enfoque integral de política pública que contenga incentivos de capital y trabajo, y que se establezca una política de seguridad efectiva.

Es evidente que las ZEE representan un desafío en el diseño de las políticas regulatorias, de las relaciones de poder entre los tres órdenes de gobierno, entre las comunidades y la iniciativa privada. Parece que el presidente está apostando por este esquema. Ojalá que tengan éxito y sean un motor de desarrollo regional y tal como señala Stiglitz: sea el desarrollo el que transforme sociedades y mejore la vida de los pobres.



Jimena Moreno. Coordinadora de la licenciatura en derecho del CIDE y profesora asociada de la División de Estudios Jurídicos.