martes, 3 de noviembre de 2015

¿Es el TPP un instrumento adecuado para enfrentar a China en el comercio mundial?

 El 5 de octubre de este año concluyeron las  negociaciones del Acuerdo Transpacífico de Libre  Comercio (TPP por su siglas en inglés) para pasar a  la etapa de aprobación interna en cada unos de los  países miembros del mismo. El TPP es un proyecto  de integración comercial en la región Asia-Pacífico  que integra doce países: Australia, Brunei  Darussalam, Canadá, Chile, Estados Unidos, Malasia,  México, Japón, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y  Vietnam.

 Las áreas que abarca el TPP incluyen aspectos  relacionados con acceso a mercados, reglas de  origen, obstáculos técnicos al comercio, medidas  sanitarias y fitosanitarias, competencia, compras  públicas, servicios, inversiones, comercio electrónico,  telecomunicaciones, entrada temporal, servicios                                                                    financieros, propiedad intelectual, medio ambiente,                                                                laboral y cooperación.

Adicionalmente, se han incorporado los denominados temas horizontales que incluyen coherencia regulatoria, competitividad y desarrollo para las pequeñas y medianas empresas. Cabe señalar que existe una capítulo sobre transparencia y anticorrupción el cual establece obligaciones para transparentar toda la normatividad y las regulaciones relevantes que pudieran afectar el libre comercio o el flujo de inversiones. Asimismo, existen  medidas para identificar y gestionar conflictos de interés y se pretenden establecer códigos de conducta para funcionarios públicos.

La región que cubre el TPP abarca un mercado de 800 millones de personas y representa el 40% del Producto Interno Bruto mundial. Las ganancias netas se estiman en 295 billones de dólares al año de acuerdo con el Peterson Institute for International Economics, con un impacto mayor en países con menor desarrollo. Este Acuerdo se generó como respuesta a la expansión comercial de China y al crecimiento que tuvo su economía en la última década, llegando a tener tasas de crecimiento cercanas al 10%. Actualmente, China ha tenido una desaceleración económica, en 2014 tuvo una tasa de crecimiento del 7.4%  y para 2015 se prevé una tasa de crecimiento del 6.7%, a pesar de esto, las inversiones continúan creciendo en el sector industrial y manufacturero.

La competencia de los países por tener acceso a mercados con tasas arancelarias preferentes e incentivos para atraer inversiones ha generado una fragmentación en el comercio internacional. Así observamos que existen Tratados de Libre Comercio, Acuerdos regionales de complementación económica, Tratados bilaterales de Inversión, mercados comunes, uniones aduaneras, etc. En este contexto, México no ha sido la excepción, en 1986 ingresó al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT por sus siglas en inglés), en 1990 firmó el Acuerdo de Complementación Económica con Chile y en 1991 iniciaron las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con América del Norte.

La experiencia en las negociaciones comerciales para México no es nueva. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Economía, México cuenta con una red de 11 Tratados de Libre Comercio con 46 países (TLCs), 32 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones (APPRIs) con 33 países y 9 acuerdos de alcance limitado (Acuerdos de Complementación Económica y Acuerdos de Alcance Parcial) en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI).Además, México participa en organismos y foros multilaterales y regionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Mecanismo de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y la ALADI.

En el momento en que entre en vigor el TPP se prevé la reducción a tasa cero de aranceles en aproximadamente 18,000 productos. Sin embargo, este esquema ya está rebasado, la verdadera apuesta consiste en generar cadenas de suministro para la producción de bienes y servicios, promover la innovación y la competitividad en industrias como la de telecomunicaciones, la farmacéutica, la automotriz, la agrícola e incluye medidas para apoyar al desarrollo de la pequeña y mediana industria. Se calcula que para el 2025 el TPP habrá incrementado el 1% el PIB mundial.

Para el caso de México, según cifras de la Secretaría de Economía, el TPP significaría un crecimiento en las exportaciones de 170 mil millones de dólares en los 5 años posteriores a su entrada en vigor. Sin embargo, tal como ya lo anunció el Secretario General de la OCDE, José Ángel Gurría esto no se verá reflejado si México no genera estructuras propias para la competitividad y la productividad. En otras palabras, si México no fortalece su mercado interno y no se vuelve más competitivo, será muy difícil obtener los beneficios antes mencionados.

Para los defensores del libre comercio, el TPP promete tener mejor acceso de bienes a estos mercados, acceso preferente a proveedores de servicios lo cual generaría un aumento en la productividad de los Estados miembros, atraería mayor inversión, generaría más empleos, y mejoraría las condiciones de vida y de bienestar de su población.

Para los opositores del TPP, este Acuerdo no es un Acuerdo de libre comercio es un arreglo en diferentes áreas de comercio en los que se aseguran los intereses de los países más poderosos. Podemos observar que existe una oposición en diferentes países. Por ejemplo, en Japón los productores de arroz y los representantes de la industria automotriz se manifiestan en contra de este Acuerdo. En Nueva Zelanda, los productores de lácteos y productos cárnicos también se oponen al TPP. Además, existe una preocupación generalizada de organizaciones ambientales, laborales y de los partidos políticos sobre la posible reducción de los estándares ambientales, la disminución de salarios y el posible incremento en el desempleo debido a la oferta de mano de obra más barata. Estos temas no son nuevos en el debate de la apertura comercial global y han sido utilizados como slogan de campañas políticas en México y Estados Unidos, por poner un ejemplo.

Otro motivo de debate es el relacionado con la industria farmacéutica, debido a que se prevén mayores plazos en la vigencia de las patentes para ciertos medicamentos con el argumento de que se promueve la investigación. Sin embargo, existe el riesgo de que, al extenderse la vigencia de las patentes, se limite la liberalización de las mismas teniendo un efecto negativo en el consumidor.

Finalmente, la ratificación del TPP en Estados Unidos llega en un momento en donde se perfilan los candidatos a la presidencia. La precandidata demócrata, Hillary Clinton se manifestó contraria al TPP por la pérdidas de empleos, la posible disminución en los salarios y porque pone en riesgo la seguridad nacional. La línea de argumentación de los republicanos va en el mismo sentido. Estas posturas parecen ser más electorales que económicas y ya han sido utilizadas por ambos partidos. La aprobación del TPP por parte de Estados Unidos es en gran medida el éxito o el fracaso del mismo. Lo único cierto es que la idea de generar contrapesos en el mercado global depende de la capacidad de crear este bloque regional. Ante la desaceleración de la economía China, ésta no está cruzada de brazos y busca alianzas en Asia. México, cruza los dedos para que este proyecto fluya. A ver qué dice la historia.




Jimena Moreno. Coordinadora de la licenciatura en derecho del CIDE