martes, 2 de junio de 2015

Movimientos sociales

En la cotidianeidad de los pueblos y ciudades hay cada vez más voces, personas y grupos organizados, que creen fervientemente que este modelo, el neoliberal, no sirve, que quizás nunca sirvió y que en su día a día, con su hacer y dejar de hacer, se están proponiendo crear uno nuevo.

Con acciones aparentemente mínimas, pero significativas, se han puesto en marcha. Piensan que las cosas pueden ser distintas. Que se debe rescatar la diversidad, que la naturaleza no aguanta más contaminación y expoliación, y por tanto, es necesario establecer otros modos de convivencia entre las personas, pero también con el entorno. 

Al lado de los movimientos sociales que atienden a carencias, a necesidades; que reclaman el cumplimiento de los derechos civiles y humanos, poco a poco se han ido gestando otros que en solitario o en colectivo, proclaman que otro mundo es posible.

El escritor Uruguayo Mario Benedetti , en su poema “El sur también existe” lo pone en claro: “(…)
“pero aquí abajo abajo/ cerca de las raíces/ es donde la memoria/ ningún recuerdo omite/ y hay quienes se desmueren/ y hay quienes se desviven/ y así entre todos logran/ lo que era un imposible/ que todo el mundo sepa/ que el Sur también existe”.

Un “sur” que los zapatistas ubicaron “abajo y a la izquierda”. Un “sur” habitado por quienes tienen  el esfuerzo y la mirada puestos en un horizonte que trasciende el aquí y ahora de los relojes, del tiempo al que los de arriba ponen precio, del calendario en uso, porque su mirada y su(s)  lucha (s), está (n) presta (s) y puesta (s) en la defensa de  la vida, que de eso se trata, dicen, de la vida.

En tanto, arriba, en el “norte” del que también habla Benedetti: “(…) con sus predicadores/ sus gases que envenenan/ su escuela de chicago/ sus dueños de la tierra/ con sus trapos de lujo/ 
y su pobre osamenta/ sus defensas gastadas/ sus gastos de defensa/ con su gesta invasora/ el norte es el que ordena (…)”.

A ese “norte”, que de vez en vez mueve las cosas y “concede mercedes” a fin de garantizar su prevalencia; a ese “norte” hábil, maestro del gatopardismo: de cambiarlo todo para que todo siga igual, el “sur” le planta cara. Con modos y de maneras diversas, lo enfrenta, lo cuestiona, lo confronta. 

Aunque también y de formas poco visibles y casi siempre ignoradas por los medios de comunicación y hasta por quienes se dicen de izquierda, están surgiendo en lo individual y desde el colectivo, acciones, luchas y movimientos que impulsan quienes dejaron de estar interesados por lo que ocurre arriba, por lo que hace el “norte”, por lo que deciden desde el “norte”.

Sumando la reflexión a la acción, ellas, ellos, están convencidos que “otro mundo es posible”, que como decía Julio Cortázar, el cielo existe, pero está aquí, en la tierra, y existe a condición de que esté al alcance de cualquiera y no condicionado por los dictados de alguno.

A eso le apuestan quienes empezaron por cambiar desde sí mismos, desde sus visiones del otro, desde sus hábitos y costumbres, desde las relaciones que entablan consigo mismos, con los demás y con el medio ambiente, porque de lo que se trata, dicen, es de defender la vida. En esas están y ya se han puesto en marcha.