Últimamente, en los medios
de comunicación vemos que se utilizan las denominaciones de “migrante” o
“refugiado” de manera indistinta, cuando dichas denominaciones guardan grandes diferencias legales que se basan en la situación en la que hayan dejado sus
países. En efecto, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) distingue a los “migrantes económicos” de los refugiados de
la siguiente manera: “para un refugiado, las condiciones económicas del país de
asilo son menos importantes que su seguridad”.
La forma más común de distinguir a un refugiado de un migrante es a partir de los motivos por los cuales dejaron sus países. Mientras un migrante tiene “opciones”, un refugiado sale de su país pues ya no tiene ninguna opción para sobrevivir en él.
Para la Organización
Mundial para la Migración, por su parte, no existe una definición internacional
de migrante. La Organización de las Naciones Unidas, no obstante, lo define
como un individuo que ha residido en un país extranjero durante más de un año
independientemente de las causas ya sean voluntarias o involuntarias y de los
medios para lograrlo, regulares o irregulares.
De acuerdo al artículo 13
de la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político “la
condición de refugiado se reconocerá a todo extranjero que se encuentre en
territorio nacional, bajo alguno de los siguientes supuestos:”
1. Debido a fundados
temores de ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, género,
pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas.
2. Que ha huido de su país
de origen, porque su vida, seguridad o libertad han sido amenazadas por violencia
generalizada, agresión extranjera, conflictos internos, violación masiva de los
derechos humanos u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el
orden público
3. Que debido a
circunstancias que hayan surgido en su país de origen o como resultado de
actividades realizadas, durante su estancia en territorio nacional, tenga
fundados temores de ser perseguido a su regreso.
Recientemente, la
discusión entre los significados de migrantes y de refugiados ha tomado tintes
políticos cada vez más acentuados sobre todo por la reciente ola de refugiados
de Siria a Europa. Dos tercios de los refugiados que están llegando a Europa son
sirios, aunque también hay afganos y algunos refugiados de Eritrea y Nigeria.
No hay que olvidar que esto se debe en buena medida a que Siria y Afganistán
están en una guerra civil desatada por el descontento con los gobiernos
autoritarios; cuya violencia se recrudece por los conflictos entre facciones
religiosas.
Ahora bien, otra de las
maneras más claras de distinguir entre un refugiado y un migrante es por los
derechos que obtiene en el país de llegada. De acuerdo a la Convención sobre el
Estatuto de los Refugiados de 1951, ningún país puede deportar a un refugiado a
su país de origen, mientras sí lo puede hacer con un migrante.
En nuestro país esta línea
es aún menos clara, pues muchos de los migrantes centroamericanos que llegan a
nuestra frontera lo hacen con la intención de llegar hasta Estados Unidos. Pero
al ver las dificultades que tal recorrido plantea, algunos optan por solicitar
refugio en el país para poder trabajar legalmente, sobre todo las personas que
viajan con niños. El recorrido de nuestros vecinos centroamericanos no es menos
dramático, si bien no llegan por el mar, su recorrido plantea sortear
pandillas, extorsionadores, secuestros, violaciones y un largo etcétera.
Una vez que llegan a
México la mayoría lo hacen sin dinero y sin papeles por la premura en la que la
mayoría tiene que salir de sus países haciendo más difícil su reconocimiento
como refugiados. Los centroamericanos que logran enviar una solicitud esperan
respuesta en los albergues de la frontera sur. De ser negativa ésta, entonces,
su camino seguirá hasta Estados Unidos sorteando una vez más, pandillas,
extorsionadores, crimen y violencia en muchas ocasiones por parte de las mismas
autoridades mexicanas.
El 77% de quienes aplican
para ser catalogados bajo el estatus de refugiado en nuestro país provinieron
de Honduras y Salvador en 2014. Entre 2013 y 2014, aumentó en 40% el número de
solicitudes de refugio. De los cuales durante estos dos años se aprobaron y
rechazaron casi el mismo porcentaje de solicitudes. En 2013 se aprobaron el 21%
y se rechazaron el 35%; mientras que en 2014 se aprobaron el 21% y se negaron
el 39%.
México, en este sentido,
es conocido internacionalmente en cuanto al tema de migrantes y refugiados, si
bien no con una imagen tan expuesta como Europa en el presente, al menos sí
permanente con Estados Unidos. Imagen de la que puede depender nuestra
capacidad de negociación con nuestro vecino del norte.
El 20 de mayo de 2010,
Hillary Clinton, entonces Secretaria de Estado de Estados Unidos, escribió un
mail que se hizo público recientemente (junto con otros) en el que
criticaba al entonces presidente mexicano Felipe Calderón por pedirle un mejor
trato de su gobierno hacia los migrantes mexicanos. Clinton cuestionó la
coherencia de la solicitud del mandatario mexicano.
En pocas palabras,
evidenciaba la hipocresía del mandatario mexicano al solicitar un trato digno
para los migrantes mexicanos, mientras no existe ese trato para los migrantes o
refugiados centroamericanos en nuestra frontera sur. Cuestión que sigue pendiente
en la agenda nacional.
Paola Díaz Lameiras. Internacionalista