La relación entre el
Estado y la Iglesia en México ha sido complicada, tensa, debido a una serie de diferencias constantes entre las dos instituciones, dijo la doctora en Historia
Laura Alarcón Menchaca, durante la conferencia que ofreció a la Academia de Historia e Historiografía Regional del Centro Universitario de Ciencias
Sociales y Humanidades.
Invitada por el
Departamento de Historia, la doctora Alarcón Menchaca dijo sin embargo que
“esto no puede señalarse actualmente pero en algunos momentos la tensión ha
sido álgida o ha habido momentos un poco más suaves, pero siempre ha sido un
factor de tensión”.
Destacó el tema de la
guerra cristera como reflejo y el tema de la educación como “una situación
importante porque de alguna manera es la forma en que tanto el Estado como la
Igelsia es el instrumento que construye los imaginarios, entonces tanto para
unos como para otros es un elemento central”.
Contextualizó el tema
durante la década de 1960 a 1980, pero señaló que ya se ha publicado la
relación de la década de 1930, por lo que sólo tendría por revisar los años de
1950.
Una de esas
diferencias, dijo, surgió con la Constitución de 1917, donde uno de los
artículos más complicados fue el tercero constitucional porque se establecía
que “la educación debe ser laica, gratuita y obligatoria pero la Iglesia
católica ha peleado por no perder el control de la educación”.
Fue así como se dio uno de
los momentos “muy álgimos y como ustedes saben, la guerra cristera reflejaba
esa tension en esa relación, porque desde el punto de vista educativo, las
cosas eran tensas desde la Constitución del 1917”.
Dijo que en 1934, “cuando
se plantea reformar el artículo constitucional, cuando se plantea la idea
de la educación socialista el conflicto fue muy enconado. Se opta por la
libertad de cátedra pero esto de forma colateral porque lo de libertad de
cátedra en el fondo era también la imposición de algunos grupos por imponer un
modelo educativo en base a la doctrina católica”.
La conferencia de la
doctora Alarcón Menchaca se desarrolló en el aula Francisco Ayón Zéster, del
Centro Universitario de Ciencias Sociales.