Los gobiernos deberían
asegurar que sus leyes que criminalizan la pertenencia a organizaciones terroristas extranjeras cumplan con los estándares de derechos humanos
expuestos en un nuevo informe de las Naciones Unidas.
En un informe a la Asamblea General de la ONU del 2 de noviembre de 2015, el Grupo de Trabajo sobre la Utilización de Mercenarios señaló que algunas leyes recientes “limitan de manera desproporcionada” los derechos humanos y “amplían innecesariamente” las facultades de vigilancia.
“Los países deberían tener en cuenta las consideraciones del grupo de trabajo e impedir que sus medidas relativas a combatientes terroristas extranjeros se transformen en herramientas de represión”, señaló Letta Tayler, investigadora sénior sobre terrorismo y lucha antiterrorista en Human Rights Watch. “Avasallar derechos y libertades fundamentales no es una forma aceptable de mantener segura a la población”.
En un informe a la Asamblea General de la ONU del 2 de noviembre de 2015, el Grupo de Trabajo sobre la Utilización de Mercenarios señaló que algunas leyes recientes “limitan de manera desproporcionada” los derechos humanos y “amplían innecesariamente” las facultades de vigilancia.
“Los países deberían tener en cuenta las consideraciones del grupo de trabajo e impedir que sus medidas relativas a combatientes terroristas extranjeros se transformen en herramientas de represión”, señaló Letta Tayler, investigadora sénior sobre terrorismo y lucha antiterrorista en Human Rights Watch. “Avasallar derechos y libertades fundamentales no es una forma aceptable de mantener segura a la población”.
El grupo de trabajo
analizó el incremento reciente en la cantidad de ciudadanos extranjeros que, en
todo el mundo, se suman a las filas de organizaciones armadas extremistas,
sobre todo en Irak y Siria. Gran parte de su informe evalúa el impacto de leyes
y políticas adoptadas en respuesta a la Resolución 2178 de septiembre de 2014
del Consejo de Seguridad de la ONU, que exige que todos los países miembros de
la ONU se cercioren de “tipificar delitos graves” para los ciudadanos que
viajen o intenten viajar al exterior con la finalidad de convertirse en
“combatientes terroristas extranjeros”.
“Los Estados han adoptado
medidas que limitan desmesuradamente la libertad de circulación y el derecho a
la nacionalidad, el debido proceso y la presunción de inocencia”, señaló el
informe del grupo de trabajo. Se encuentran en riesgo “actividades legítimas y
no violentas de grupos o personas”.
Numerosos gobiernos han
adoptado medidas que “amplían innecesariamente las facultades de emergencia en
materia de vigilancia, aprehensión, detención, registro e incautación”, y esto
atenta contra los derechos a la privacidad y al debido proceso, indicó el grupo
de trabajo.
Añadió además que algunas
leyes no distinguen entre combatientes extranjeros que mantengan conductas
lícitas y aquellos que cometen actos terroristas.
La Resolución 2178
contribuye a esta “aplicación incorrecta”, al no explicar cuál es el
significado de “terrorismo” o “terrorista”, dos términos para los cuales no
existe una definición jurídica universal, observó el grupo de la ONU. La falta
de consenso con respecto a estos términos permite que los países apliquen
definiciones excesivamente amplias o imprecisas a actos y grupos, que “violan
el principio de legalidad”.
La resolución del Consejo
de Seguridad, redactada principalmente por Estados Unidos, nombra a tres
organizaciones – Estado Islámico (conocido también como ISIS), Al Qaeda y su
brazo armado, el Frente Al-Nusra –, pero más allá de estos, concede
discrecionalidad a los gobiernos para que interpreten contra quiénes concentrar
sus acciones. También exige que los países miembros tipifiquen el reclutamiento
y la financiación de organizaciones terroristas extranjeras, intercambien datos
de inteligencia sobre presuntos combatientes terroristas y establezcan
programas para prevenir el extremismo violento.
Al menos 34 países han
aprobado medidas contra los combatientes terroristas extranjeros desde 2013 que
contienen una o más disposiciones excesivamente amplias, en su mayoría como
respuesta a la Resolución 2178, según ha concluido Human Rights
Watch. Algunas disposiciones conflictivas son aquellas que permiten
arbitrariamente imponer prohibiciones a la posibilidad de viajar, y también la
confiscación de pasaportes o documentos de identidad, la detención por períodos
prolongados sin que medie una acusación formal ni un proceso judicial, los
procedimientos penales que no se ventilan públicamente y – en el Reino
Unido – la revocación de la ciudadanía a personas que la adquirieron
mediante naturalización, incluso si esto implica que se conviertan en
apátridas.
El grupo de trabajo de la
ONU manifestó consternación ante la posibilidad de que las medidas relativas a
combatientes terroristas extranjeros puedan obstaculizar la provisión de
asistencia humanitaria en zonas de conflicto, al no excluir de la prohibición
de viajar a médicos y otros trabajadores de asistencia que son indispensables
para salvar vidas. La Resolución 2178 no recomienda a los gobiernos que prevean
excepciones para la ayuda humanitaria al tipificar este tipo de viajes al
extranjero.
Un informe publicado
en octubre por el Programa de Derecho Internacional y Conflicto Armado de la
Facultad de Derecho de Harvard determinó que apenas cuatro de 25 países
examinados – Australia, Canadá, Nueva Zelandia y EE. UU. – excluían de manera
expresa una o más modalidades de asistencia humanitaria de sus medidas
antiterroristas. El informe de Harvard y Human Rights Watch han concluido que
algunas de estas excepciones son insuficientes.
Los órganos de la ONU,
incluido el Comité contra el Terrorismo del Consejo de Seguridad, han alertado reiteradamente
que las medidas antiterroristas que no respetan plenamente los derechos humanos
y el estado de derecho propician el extremismo violento, señaló el grupo de
trabajo. Instó a los gobiernos de los países y a la comunidad internacional a
“hacer todo lo posible” por incorporar las garantías de derechos humanos a las
iniciativas relativas a combatientes extranjeros. El grupo de trabajo también
identificó la necesidad de adoptar definiciones precisas de términos como “combatiente
extranjero” y “terrorismo”.
Para colaborar con ese
proceso, el Consejo de Seguridad debería exigir que las definiciones de
“terrorismo” y “actos terroristas” empleadas por los gobiernos para implementar
directivas antiterroristas como la Resolución 2178 estén totalmente en
consonancia con las normas internacionales en materia humanitaria, de derechos
humanos y de refugiados, manifestó Human Rights Watch. Tales definiciones
deberían excluir, por ejemplo, aquellos actos donde no esté presente la intencionalidad
de provocar muertes o graves lesiones o tomar rehenes.
“El Consejo de Seguridad
debería abordar sin demora las riesgosas imprecisiones de la Resolución 2178,
que podrían tener efectos contraproducentes y causar perjuicios sustanciales”,
observó Tayler. “Estados Unidos, como principal promotor de la resolución,
debería encabezar acciones que aseguren que el Consejo no fomente prácticas
abusivas”.