No estoy pensando
necesariamente en los posibles representantes o asambleístas de origen indígena en la integración próxima del Poder Constituyente Originario de la Ciudad de
México (CDMX), sino en las demandas de derechos de los pueblos indígenas de y
en la Ciudad de México.
Viviremos los capitalinos
de este país el escenario marcado ya desde la aparición del Ejército Zapatista
de Liberación Nacional en 1994: refundar nuestras relaciones políticas y
sociales a través de nuevas Constituciones. Por ello, me permitiré hacer las
siguientes propuestas (haya o no, en el Constituyente, asambleístas indígenas):
1. Sobre el derecho a la libre determinación.
2. Sobre el derecho a los sistemas normativos propios.
3. Sobre los derechos culturales.
4. Sobre el derecho al desarrollo.
3. Sobre los derechos culturales.
4. Sobre el derecho al desarrollo.
Sobre el derecho a la
libre determinación: las alcaldías de Milpa Alta, Xochimilco y Tlalpan
deberán
ser reconocidas como alcaldías indígenas regidas por su derecho propio (o al
menos tener representación directa en los cabildos y en el Congreso local).
Sobre el derecho a los
sistemas normativos propios: las alcaldías mencionadas deberán tener tribunales
y ministerios públicos especializados en derechos indígenas que conozcan sus
idiomas.
Sobre los derechos
culturales: la educación que se imparta en la CDMX deberá ser en todos sus
niveles, no sólo gratuita, científica y laica, como lo establece el artículo
3o. constitucional, sino también intercultural, con base en el artículo 2o. Los
pueblos indígenas deberán tener medios de comunicación masiva propios para
difundir y defender sus culturas y derechos. Se deberá aprobar un Ley de
Memoria Histórica para sustituir los nombres de calles y plazas que representen
a los colonizadores aztecas y españoles (Cuauhtémoc, Colón, Isabel la
Católica…), así como quitar de los espacios públicos las estatuas de los
mismos.
Sobre el derecho al
desarrollo: se destinará el diez(mo) por ciento del impuesto predial de los
inmuebles del Centro Histórico para un Fondo de Desarrollo de los Pueblos
indígenas.
Soñar no cuesta nada. Y,
sin embargo, contra todo pronóstico historicista de que sólo una revolución
hace posible una nueva Constitución, la CDMX se dará una sin haber disparado un
solo tiro. La experiencia será un poderoso evento pedagógico de participación
política que si se lleva a cabo lo mejor posible servirá de inspiración a otras
entidades federativas, incluso a la Federación para convocar en 2017,
centenario de la Constitución, a un nuevo Constituyente…, soñar no cuesta nada.
Jorge Alberto González
Galván
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM.