Joaquín López-Dóriga
reclama las mentiras propagadas por los medios de comunicación, Manlio Fabio
Beltrones denuncia la infiltración del narcotráfico en los partidos políticos,
Aurelio Nuño lamenta la falta diálogo en el camino de la reforma educativa y Salvador Cienfuegos cuestiona la violación de los derechos humanos por las
fuerzas armadas. Todos se parecen al proverbial burro que hace mofa de las
orejas de su compañero.
El jueves pasado, el Wall
Street Journal dio a conocer una carta que denuncia la supuesta existencia de
un operativo masivo de lavado de dinero y de compraventa de informerciales en
Televisa por el gobierno federal, gobiernos estatales y partidos políticos. Aparentemente, durante los últimos años Televisa habría recibido mil millones
de dólares en efectivo con el fin de favorecer a políticos y gobiernos con
cobertura favorable.
Esta denuncia es
perfectamente creíble para la población mexicana, acostumbrada a atestiguar las
mentiras y manipulación constantes protagonizadas por esa televisora
monopólica. Hace meses una de las locutoras estrellas de Televisa, Andrea
Legarreta, confesó públicamente que en un programa de televisión los
contenidos, menciones y secciones no los escribimos los conductores y que
frecuentemente sólo somos el medio para hacerle llegar al público lo que esos
anunciantes quieren compartir. También habría que recordar el esquema de
triangulación financiera descubierto por Jenaro Villamil, de Proceso, y Jo
Tuckman, de The Guardian, por medio del cual el PRI habría comprado ilegalmente
el apoyo de Televisa a la campaña presidencial de Peña Nieto en 2012.
Uno no sabe si reír o
llorar después de leer el artículo de López-Dóriga en Milenio en respuesta al
artículo del Wall Street Journal. El locutor denuncia la ruindad humana y la
bajeza de los autores de la carta y señala que la amplia difusión del caso
desnuda la fragilidad de un sistema en el que, insisto, vale más lo verosímil
que lo verídico, la percepción que la realidad, lo falso que lo cierto, lo
anónimo que lo que se firma, la mentira que la verdad.
La hipocresía del poder ha
llegado a un nivel tan extremo, que el principal vocero del mismo sistema de
mentiras tiene la desfachatez de denunciar la fragilidad informativa y la ruindad
humana que él se ha dedicado a fomentar desde hace décadas. Son patadas de
ahogado de una red de poder putrefacta que cada día se hunde más en el pantano
de su cinismo.
Para rematar el
espectáculo, el día después de la carta del locutor televisivo, el presidente
del Partido Revolucionario Institucional (PRI) denunció la infiltración de su
partido por el narcotráfico y ha suspendido los derechos de tres candidatos a
presidencias municipales en el estado de Tamaulipas. Así como pocos creen en la
honestidad de López-Dóriga, aún menos se dejarán engañar por las manipulaciones
de Beltrones, quien busca dar la impresión de que la narcopolítica sería algo
nuevo y que se limitaría exclusivamente al ámbito municipal.
Por ejemplo, a Beltrones
se le olvidó mencionar que los dos ex gobernadores de su partido en Tamaulipas,
Tomás Yarrington y Eugenio Hernández, hoy se encuentran prófugos de la justicia
e investigados precisamente por sus posibles vínculos con el crimen organizado.
El presidente del PRI tampoco comentó sobre el apoyo irrestricto que su partido
ha dado a Humberto Moreira, acusado de lavado de dinero por las autoridades de
Estados Unidos y todavía sujeto a investigación en España.
Beltrones también ha
mantenido un silencio sepulcral sobre las revelaciones recientes de Aristegui
Noticias sobre el probable financiamiento del cártel de Juárez a la campaña de
Peña Nieto en 2012. También es importante recordar cómo hace años el New York
Times señaló a Beltrones por sus posibles vínculos con redes de lavado de dinero
y narcotráfico cuando fungía como gobernador del estado de Sonora.
El secretario de Educación
Pública no se ha quedado atrás. El mismo señor que ha buscado imponer su
reforma educativa neoliberal a sangre y fuego ahora acusa a maestros y
estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) por su supuesta falta de
interés en el diálogo. Habría que recordar al sargento Nuño que él fue quien
actuó de manera unilateral e irresponsable con el cambio de adscripción de esta
institución y es él quien se ha negado a acudir a las instalaciones
universitarias para sostener un diálogo con los dignos estudiantes y profesores
del Poli.
El secretario de la
Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, también se ha sumado a la feria de
cinismos y mentiras del poder. Sus disculpas públicas por un caso de tortura
difundido por las redes sociales solamente buscan tender una cortina de humo
frente al encubrimiento del Ejército en el caso de Ayotzinapa y los abusos
sistemáticos de parte de las fuerzas armadas a los derechos humanos en todo el
país.
El cinismo de los
poderosos ha llegado a un extremo francamente insostenible. Tarde o temprano
hará agua la actual espiral de mentiras sobre hipocresías utilizadas para
recubrir las falsedades y fraudes en que se sostiene el régimen actual.
John Ackerman
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,