El martes pasado se
cumplieron 63 años del asalto al cuartel Moncada, suceso que marcó el inicio de la Revolución Cubana. Batista fue depuesto en 1959 y, con el liderazgo de Fidel
Castro, se comenzó a construir un nuevo sistema social, económico y político
que atendió puntualmente al dictado de los clásicos del socialismo: abolir la propiedad privada para construir una sociedad más igualitaria y justa.
Las medidas económicas
instrumentadas inicialmente, afectaron a los cubanos, pero también al capital
extranjero, particularmente estadounidense. En octubre de 1960, Eisenhower impuso el bloqueo comercial. En el contexto de la Guerra Fría, Cuba recibió
apoyo de algunos países latinoamericanos, pero preponderantemente del bloque soviético.
Muchos cubanos abrazaron
el ideal de la sociedad igualitaria con menoscabo de varias libertades. La
nueva ideología se machacaba cotidianamente. Hubo renuncias personales en aras
de un mejor futuro colectivo. La fórmula era sacrificar el presente por un
mejor porvenir; las privaciones de hoy por las recompensas de mañana.
Hubo avances inobjetables
en educación y salud reconocidos incluso por la UNESCO y la OMS. La meta de
analfabetismo cero fue cumplida y la sociedad cubana es sana y longeva. La pirámide
poblacional es muy diferente a la del resto de los países latinoamericanos.
En Cuba se libró día a día
la lucha contra el capitalismo y contra el que llamaban imperialismo yanqui.
Floreció la sociedad del no consumo, del no desecho, del reusar y reciclar no
como cultura, sino como necesidad. En la isla había otro concepto de la vida
útil de las cosas. Se requirió de un máximo de creatividad para la
sobrevivencia con los mínimos vitales.
Después de la caída del
muro, Cuba dejó de tener importancia geoestrátegica. Vino lo que se llamó el
periodo especial y en los noventas la peor crisis de migrantes. Cientos de
cubanos buscaban precariamente, en sus botes y balsas, de día y de noche,
alcanzar las costas de la Florida. La crisis llegó al punto de forzar un cambio
de las políticas migratorias en la administración de Bill Clinton.
Los líderes envejecieron y
el discurso de la revolución también. Fidel le dejó el cargo a Raúl en 2006 y a
partir de ahí se aceleraron los cambios. Se fijaron nuevas reglas para obtener
ganancias respecto de ciertos bienes y aumentaron las inversiones extranjeras.
El viejo sistema poco a poco inició la apertura sin retorno.
En un suceso inimaginable
en otros tiempos, el presidente Obama se hizo presente en la isla hace cuatro
meses. Los cubanos convencidos de las bondades del régimen tendrían que estar
viendo ya los resultados del sacrificio generacional, pero todo indica que el
ciclo se va a cerrar muy pronto y en cada rincón de Cuba se instalará el
capitalismo con las desigualdades concomitantes. En medio del desencanto, habrá
que comenzar de nuevo. Es imposible que nada se pierda cuando todo se
transforma.
Hoy, los pocos jóvenes que
tienen acceso a la tecnología se concentran en las zonas con acceso a wifi en
búsqueda de redes sociales y noticias. Esta imagen contrasta con los adultos
mayores que aún distribuyen por las calles las escasas páginas del Granma.
Muchas personas mayores
siguen activas y productivas dando continuidad al sacrificio estoico. Algunos
cubanos nacieron antes de la revolución y otros sólo han vivido con ella. ¿Cuál
será su balance?
La sociedad igualitaria y
justa sólo existe, por lo pronto, en la utopía.
La sociedad igualitaria y
justa sólo existe, por lo pronto, en la utopía. En el estrecho espacio que
permitan los condicionamientos externos y en medio de la propia dinámica al
interior de la isla, se puede avizorar el pronto arribo de procesos
democráticos que den pie a una nueva autodeterminación. La decisión sobre el
futuro de Cuba ya no será ni vertical ni cupular, sin duda.
Leticia Bonifaz Alfonzo
Directora de Derechos Humanos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación