Además de las graves
consecuencias económicas, devaluación de la libra esterlina y degradación en la
calificación de la deuda soberana, el Brexit ha dejado una sociedad
peligrosamente partida por la mitad.
Ha enfrentado a los jóvenes contra los viejos. Irlanda del Norte y Escocia están abiertamente en contra de Inglaterra y esto amenaza a la propia Gran Bretaña.
Ha enfrentado a los jóvenes contra los viejos. Irlanda del Norte y Escocia están abiertamente en contra de Inglaterra y esto amenaza a la propia Gran Bretaña.
Quizá lo más dramático es
la falta de previsiones legales sobre las consecuencias del resultado del
referéndum, jurídicamente no hay claridad sobre su carácter vinculante. Para
poder acogerse al famoso artículo 50 es necesario que el Parlamento apruebe la
solicitud que habrá de entregarse a la Unión Europea, con la que se iniciará
formalmente el proceso de salida.
En teoría, el Parlamento
podría votar en contra de la decisión tomada por la mayoría, también en teoría,
el Parlamento podría nunca procesar dicha solicitud. En la práctica, no podrá
ignorar la decisión de la mayoría, pero tampoco evitará las enormes presiones
de la mitad perdedora, quienes harán todo por dilatar o evitar la salida final.
Los mecanismos de
democracia directa tienen muchos más riesgos que la democracia representativa.
Antes de recurrir a ellos, es prudente imaginar los posibles escenarios y
prever condiciones en las cuales se garantice la gobernabilidad posterior. En
Australia, por ejemplo, el resultado de un referéndum sólo puede ser vinculante
cuando todas las provincias votan a favor del cambio, condición que en Gran
Bretaña no se cumple.
En Estados Unidos los
referéndums se mantienen a escala subnacional. Normalmente en todas las
elecciones existen preguntas directas al electorado, la mayoría de ellas
propuestas por los condados y sólo algunas en el ámbito estatal. Se ha
preguntado recientemente sobre el uso medicinal y/o recreativo de la mariguana,
pero también se puede someter a discusión la asignación de mayor presupuesto a
la educación o políticas específicas de salud pública. En la multiplicidad
existe un cierto seguro en contra de la división social a rajatabla.
Tony Blair, exprimer
ministro, escribe impactado sobre el resultado del referéndum. Conmina a los
políticos a la recuperación del centro político. La gobernabilidad es menos
complicada mientras más cercano se está del centro. Paradójicamente, la falta
de polarización carece de atractivo electoral para ganar nuevos adeptos,
podríamos decir, es menos “sexy”.
La segunda elección de
España el domingo pasado lo demuestra. Podemos creció de manera acelerada como
opción política y parece que se ha desinflado como alternativa de gobierno a la
misma velocidad. Es más sencillo criticar el statu quo que proponer un nuevo
orden. Identificar aquello que rechazamos es más simple que ofrecer
alternativas verdaderamente viables.
Por alguna extraña razón,
a las propuestas extremistas les hemos llamado cómodamente “populismo”, ya sean
de izquierda o de derecha, encapsulamos ahí las ofertas de soluciones mágicas,
tan atractivas como inviables.
El crecimiento de
seudoalternativas derechistas que militan en contra del statu quo revelan la
profundidad de la crisis del neoliberalismo como la faceta más reciente del
capitalismo. Coincidieron en la historia el mandato de Margaret Thatcher
(1979-1991) y el de Ronald Reagan (1981-1989). En esos años, no por casualidad,
fue la debacle final del socialismo real. La apuesta de la reactivación del
capitalismo avanzó sobre la base de la desestructuración del Estado de
bienestar y la eliminación de las fronteras comerciales.
Trump, en Estados Unidos,
y los defensores del Brexit, en Gran Bretaña, combaten desde la (extrema)
derecha las consecuencias del neoliberalismo construido por Reagan y Thatcher
hace tres décadas y media. La disminución del Estado en la economía ha generado
mayor riqueza, pero la falta de mecanismos eficientes de redistribución de la
misma ha hecho crisis, no sólo en la economía, fundamentalmente en la sociedad
y en la política.
Nos encontramos en un
momento crítico, no hay una utopía incluyente, por el contrario, sus promesas
de futuro excluyen, rompen la comunidad, cualquier alternativa esperanza a unos
cuantos a cambio de dejar a los otros fuera.
María Marván Laborde
Investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM