sábado, 30 de mayo de 2015

Los documentos sólo interesan a los historiadores: Castelán

 Los documentos que los investigadores utilizan para  trabajar, llámense como se llamen: si sociólogos o  historiadores, recorren un proceso que va desde la  inexistencia, la veneración que pasa por el misterio y  lo sagrado hasta convertirse en  un referente, en un  espejo que refleja el ego de quien lo utiliza.
 Pero el documento del historiador no existe, “es una  invención que sólo le importa a quienes creen en el  él, a quienes le dan un valor a unos papeles viejos o  a una piedras o a unas vasijas a las que luego les  llaman  documentos”, dijo el doctor Roberto Castelán                                                              a los estudiantes de la maestría en historia. 

El doctor en historia participó así en el coloquio Avances de Investigación 2014-2016, Documento y Lenguaje, en la sala  Fernando Pozos Ponce del campus Belenes del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, donde Castelán le quitó la solemnidad de la conferencia magistral porque “me aterra”, dijo, y en lugar de ello la pensó como una forma de perder el tiempo, “para que el estudiante se olvidara de los trabajos de tesis”, según dijo.

“El documento a nadie le importa más que al historiador. El documento  no existe, lo crea el historiador y lo mete en unos lugares horrendos con cajas con hongos a las que les llamamos archiveros y a partir de ahí los empieza a venerar.

“En este caso, el documento tiene mucha relación con Dios, se crea y luego se le venera, y luego obedecemos lo que él nos dice. Es un especie de Dios de los investigadores: nos le acercamos con temor, nos ponemos guantes en las manos y un tapabocas, nos acercamos con ciertas solemnidad, cierta respeto a ese nuestro Dios que es el documento”, reflexionó.

“Al documento lo hemos sacralizado, pensamos que el documento es algo completamente sagrado y somos creyentes de eso, por eso lo protegemos, lo defendemos, lo cuidamos. Nosotros le ponemos capilla, pero el documento no le importa a nadie más que a quien cree que es algo sagrado”, agregó

Señaló Castelán Rueda explicó que el “documento contiene lo que busca el historiador y encierra un misterio, por eso se acerca con esa solemnidad y ese respeto y él sabe que en ese misterio está lo que busca aunque esta relación tan cercana a lo sagrado, impide muchas cosas”.

El primero de los impedimentos, dijo, es que le historiador no puede conjeturar, ni quitarse la solemnidad, el historiador no puede burlarse del documento, como tampoco nos burlamos de lo sagrado nunca.

“Podemos cuestionarlo pero no conjeturar aunque si le quitamos lo sagrado lo podemos regresar a su estado original de un papel que alguien produjo en algún momento”, agregó.

Dijo Roberto Castelán que “el historiador busca la verdad en el documento cuando este sencillamente nos puede estar mintiendo y muy rara vez cuestionamos el documento pero su propio contenido puede ser una distorsión.

“Al ser una creación del historiador, puntualizó, convertida en un referente, en referente y demostrador de sus aseveraciones, el documento se convierte en una especie de espejo que refleja del ego del historiador”.