Descubrir la lógica de los
premios, su razón de existir y criterios para su concesión es algo que no se
puede sin más tachar de baladí. Porque los premios, muchas veces, evidencian un
pacto tácito entre premiador y premiado, en virtud de las alianzas y beneficios
mutuos adquiridos.
Este parece ser el caso de
la medalla Belisario Domínguez 2015, porque el galardonado es el empresario
Alberto Baillères, presidente del grupo Bal, segundo hombre más adinerado de
México (después del Carlos Slim), beneficiario de las privatizaciones de
empresas gubernamentales y privilegios fiscales, generador de empleos mal
pagados y educación de dudosa cimentación. Sus negocios se extienden al ámbito
del comercio, minería y metalurgia, seguros, finanzas y educación sin investigación
(ITAM).
Alberto Baillères es, sin
duda, el símbolo de la desigualdad social en México y de la forma como se hacen
negocios a la sombra del poder político. Y no se trata de condenar la riqueza
per se, sino de aquélla producto de triquiñuelas y del capitalismo de
compadres, imperante en nuestro país desde el sexenio del presidente Miguel
Alemán Valdés.
Nadie puede negar la
politización de los premios nacionales, que en los últimos años han respondido
a la lógica de las cuotas políticas, a su vez, nadie tampoco puede molestarse
cuando ésa es la lógica de asignación de puestos en la Suprema Corte de
Justicia o en el Instituto Nacional Electoral o en otros órganos autónomos. Sin
embargo, sí irrita que con el premio se coloque a Alberto Baillères a la par de
Belisario Domínguez, inflexible opositor al régimen del usurpador Victoriano
Huerta. Sus discursos son, a la fecha, muestra de valentía y libertad de
expresión. ¿Qué tienen en común Baillères y Belisario Domínguez, quien murió
protestando por los abusos del poder y conminando a sus conciudadanos a luchar
contra el gobierno? A Belisario
Domínguez se le recuerda por esto y por haber
sido torturado y asesinado por los matarifes de Victoriano Huerta. En cambio,
Baillères es un patriota que ama tanto a México que por eso vive en Miami, y es
premiado en momentos en que el INEGI reporta una baja en la confianza
empresarial, sobre todo por las inadecuadas medidas económicas del gobierno,
por las malas políticas tributarias, por la corrupción y violencia imperantes en
el país.
Ciertamente, el Senado de
la República otorgó la medalla a Alberto Baillères sin unanimidad ya que no es
un empresario innovador a la Steve Jobs o Mark Zuckerberg, sino un fiel
testaferro del sistema neoliberal que está llevando al despeñadero al país.
Alberto Baillères, el
segundo hombre más rico de México, fue galardonado con la medalla Belisario
Domínguez por cuotas políticas, por hacer negocios con el gobierno y por
enriquecerse desproporcionadamente.
Nada qué ver con la
libertad de expresión.
Guillermo José Mañón
Garibay
Investigador en el Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM.