Nuestra profesión, tan
antigua como las grandes culturas de la humanidad, se ha venido adaptando a los
diferentes tiempos, siempre con el mismo espíritu de la búsqueda de la
justicia, pero con diferentes herramientas técnicas, para por lo menos poder
aproximarse a ella; sin embargo, de un tiempo para acá, sobre todo de manera
muy evidente a partir de la entrada del siglo XXI, nos vemos beneficiados por
el desarrollo meteórico de la tecnología, que hacen de la vida diaria de las personas más eficiente y sencilla, claro para quienes pueden acceder a ella.
Para no ir tan lejos en la historia de la abogacía, muchos de nosotros recordamos a los abogados de hace unos cuantos años, quienes se encargaban de redactar en las antiguas máquinas de escribir los escritos de demanda o las denuncias, donde borrar un simple error en una palabra era todo un suplicio, y por supuesto esas mismas penurias las pasaba el personal de los juzgados al escribir los respectivos acuerdos de los expedientes; qué ventaja nos ofrecen hoy las computadoras, donde un error en una palabra, cambiar una frase o todo un pensamiento, lo podemos hacer tan sencillamente como simplemente regresar el cursor.
Del mismo modo, para
facilitar nuestra labor jurídica, diversas instituciones del Estado han incursionado
en el mundo de Internet, teniendo ya la posibilidad de realizar o consultar por
vía electrónica diversos trámites, para muestra basta un botón, como lo es la
posibilidad de revisar la lista de acuerdos de los distintos juicios federales
publicada a través en la página de electrónica de la Dirección General de
Estadística Judicial del Poder Judicial de la Federación.
Otros aspecto es que hoy
en día tener un despacho lleno de libros es prácticamente por imagen y romance
del pasado, ya que actualmente desde una lap-top, tableta o un dispositivo
móvil podemos consultar cualquier ley, código, convención, reglamento, en fin,
todos los documentos jurídicos que antes era necesario comprar de manera física
y actualizarlos cada año, adquiriendo y almacenando a través del tiempo grandes
cantidades de ellos, mientras que ahora los podemos consultar de manera
actualizada desde un aparato del tamaño de la palma de nuestra mano.
Es el mismo tenor,
respecto a las lecturas de textos jurídicos, antes teníamos que comprar, a
veces sólo para poder consultar un tema en específico, un libro, hoy en día ya
existe un amplio acervo jurídico por vía electrónica de autores reconocidos,
cuando anteriormente una lectura localizada en ese medio era de dudosa
procedencia, porque las lecturas de juristas digitalizadas eran escasas, aún
más, ya podemos encontrar bibliotecas jurídicas virtuales de instituciones como
la UNAM o revistas especializadas de derecho, simplemente con dar un toque a la
pantalla de un celular.
También es de recalcar que
antes para escuchar las palabras de grandes exponentes del derecho era
necesario acudir a alguna conferencia en vivo, lo cual, en muchas ocasiones, no
era del todo fácil, sin embargo, en estos tiempos, ya podemos disfrutar de
conferencias, cápsulas u opiniones de distintos conocedores del derecho a
través de canales de videos como YouTube, donde también se pueden mirar
diversos videos de interés jurídico, como simulaciones de juicios, con lo cual
si queremos podemos estar realizando otras actividades y escuchando el audio de
los videos.
Por supuesto, no podemos
pasar inadvertidas las redes sociales, las que permiten la comunicación entre
abogadas y abogados, al tener la posibilidad de crear grupos de profesionales
del derecho y de estudiantes del mismo, donde el intercambio de opiniones, de
experiencias y consejos enriquecen los conocimientos de todos los que
participan, al comunicarnos en tiempo real, incluso con abogados de otros
países.
También las redes sociales
permiten seguir y estar en contacto con juristas, con los cuales antes la única
vía de acercamiento era la lectura de sus libros, muchos son los juristas que
han aprovechado también estos medios para estar la vanguardia de la nueva era
informática, y ahora a través de sus muros podemos saber su opinión acerca de
diversos temas o estar al tanto de contenidos jurídicos que nos comparten.
Evidentemente los
despachos jurídicos, de igual forma, han encontrado en la era digital una
herramienta para poder tener una mayor promoción, de manera fácil y accesible,
ya sea a través de una página de Internet o de una red social, en la cual
pueden tener un acercamiento con posibles clientes.
Asimismo, gracias a la era
digital nos enteramos de manera inmediata de noticias respecto a nuestra
materia jurídica, como la remoción o nombramiento de algún miembro del Poder
Judicial, o si un día se declara inhábil, conocer jurisprudencia relevante, en
qué fecha entra en vigor alguna reforma, en fin, información que en otros
tiempos para enterarnos hubiera sido un poco más difícil.
Una ventaja más que nos
ofrece esta era digital es la posibilidad de estar al tanto de instituciones de
educación jurídica, ya sea en sus páginas de internet o de redes sociales, que
nos permite enterarnos de diplomados, cursos, seminarios, etcétera, que antes
por la vía impresa era muy complicado, cuestión contraria a la vía informática
que aumenta los alcances de las mencionadas instituciones, lo cual, por
supuesto, las beneficia a ellas y al acceso de los usuarios, quienes tienen una
mayor gama de opciones para poder estar en constante actualización.
A grandes rasgos podemos
concluir que, actualmente para un profesional del derecho es imprescindible (o
si no imprescindible, si lo coloca en una desventaja) el hacer uso de las
nuevas tecnologías informáticas, ya sea para su trabajo en sí, como para estar
a la vanguardia de la información que se va generando en el medio jurídico.
También, como ya se
refirió, nos permite estar vigentes en el ámbito jurídico, es decir, en
contacto con la distinta comunidad jurídica que hace uso del medio virtual a
través del intercambio constante de conocimientos, opiniones y experiencias.
No cabe duda que por
supuesto la tecnología seguirá avanzando a pasos agigantados, pero ha quedado
de patente que al mismo ritmo nos hemos adaptado las abogadas y abogados, no
hay excusas, debemos aprovechar las herramientas que nos ofrece, ya sea para
facilitar nuestra profesión, como para hacerla más completa, dinámica y
enriquecedora.
Mtro. José Raymundo
Jiménez Cuatepotzo
Centro de Investigaciones
Jurídico-Políticas de la UATx